DOCTOR IURIS

LA PASTOR Y LOS OVEJOS

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El intento de control previo de los contenidos de los informativos de TVE por parte de los consejeros de la cadena pública tiene dos lecturas, si somos mal pensados-como siempre es mi caso-: la búsqueda del ejercicio de la censura previa sobre contenidos perjudiciales para el partido político del consejero o el incremento del sesgo ideológico en las informaciones. Para que me entiendan: que de aquí al 20-N no les dieran más caña de la cuenta o poder dársela al de enfrente.

Mi jornada abogacil suele empezar a las nueve, así que nunca puedo ver el programa de 'Los desayunos de TVE', presentado por la aguerrida Ana Pastor, que la semana pasada entrevistó a la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar. Tenía ganas de ver la confrontación. A la Pastor le ha reprochado en su blog el portavoz del Partido Popular la realización de un trabajo sesgado y no imparcial, manifestando que el programa continuará cuando ella no esté en él. Casualmente, poco después de la polémica, la Asociación de Prensa Nacional le concedió el 'Premio Libertad de Expresión 2011', entre otras cosas por la entrevista a Ahmadineyad en la que se le resbaló el velo para regocijo de la fauna del internet.

Decía que tenía ganas y la busqué en youtube. Vivo acostumbrado a los interrogatorios, las trampas, los amagos y faroles y mucho de eso se vio en el choque de féminas, que, por cierto, me parece ganó Figar. Siendo hijo de dos maestros, el debate de las 20 horas me impone contradicciones internas. La Comunidad madrileña expresa que aumentar dos horas lectivas a los profesores funcionarios de carrera, junto con otras medidas, implicará un ahorro de 80 millones de euros al año. Ana Pastor, por el contrario, preguntó por la disminución de contratación de interinos que se producirá. Para que nos entendamos: una hablaba en chino y otra en japonés. Seguramente ambas lleven razón y seguramente yo también la tenga cuando pienso que se podría ahorrar una cantidad similar eliminando cargos de confianza, asesores , gastos de protocolo y otras partidas que posiblemente serán necesarias en un mundo democrático lejano al de mi cabeza.

El debate, en definitiva, no trata de la educación ni del gasto, sino del cuarto poder, el único. Ese poder del que disfrutaron Bob Woodward y Carl Bernstein -gran película- o W. R. Hearst -gran sensacionalista-. El poder que aún tiene Ana. Por ello, que quieran convencernos de que los medios de comunicación, como si fueran jueces, no tienen ideología política, son justos, imparciales y neutrales me molesta, porque no soy oveja de un rebaño. Porque sé que no es verdad y me hace sentir el lobo con piel de corderito, que quizá siempre fui.