Artículos

Tradición picaresca

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La novela picaresca es un género literario, típicamente español, que nos ofrece algunas de las mejores páginas de la literatura mundial. El Lazarillo de Tormes, con sus fortunas y adversidades; Don Pablos, el Buscón, genialmente retratado por Quevedo; Estebanillo González, ese hombre que manifestaba tan buen humor; Marcos de Obregón, el escudero de cuyas aventuras y desventuras nos hablaba Vicente Espinel, o la Pícara Justina, que también en esto de la picaresca es importante que se ponga de manifiesto la igualdad de género. Es cierto que el modelo se extendió por toda Europa, pero ningún personaje de más allá de nuestras fronteras alcanzó el grado de maestría en la cuestión que tuvieron nuestros compatriotas. El alemán Simplicius Simplicíssimus no deja de ser un pálido reflejo de los maestros pícaros españoles liderados por el Guzmán de Mateo Alemán, autor que, a pesar de su apellido, nació en Sevilla. Aunque las circunstancias de la época tuvieron mucho que ver en el nacimiento de ese género tan nuestro, parece evidente, a la luz de las noticias que tan frecuentemente aparecen en los periódicos, que la tradición picaresca se ha ido perpetuando hasta llegar a nuestros días. Y parece también que el resto de los europeos sigue sin darnos alcance en esta materia, a pesar de que algunos realmente se esfuerzan como los griegos declarando piscinas. Aun así, resulta difícil imaginar a un alemán, aunque los habrá sin duda, ofreciendo explicaciones tan asombrosas, originales e increíbles como las que estamos escuchando en el asunto de los Expedientes de Regulación de Empleo en Andalucía. Que la dueña de un restaurante se declare víctima de un fraude por cobrar más de un millón de euros, que el exsecretario de Política Municipal de la Agrupación socialista de Camas, prejubilado de una empresa en la que nunca trabajó, justifique los cobros como ayuda de supervivencia, que el exalcalde de El Pedroso lo haga aduciendo que está en una edad difícil para la reinserción laboral y equiparándose a todos los trabajadores que cobran el paro, que otro señale su condición de divorciado o que una implicada vea normal que le den 1.700 euros para tomarse una cerveza, nos muestra claramente que todavía seguimos siendo los campeones de la picaresca.