Los ciclistas del equipo Leopard Trek, ayer, durante la prueba contrarreloj, en Benidorm. :: JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE
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Fulgsagen, primer líder de la Vuelta

El Leopard dominó una contrarreloj que benefició a Nibali y a Igor Antón, que distancian a Menchov y Wiggins

BENIDORM. Actualizado: Guardar
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Benidorm es la costa vertical. Un bosque de rascacielos en la playa. Aquí todo es posible. Cualquiera puede sentirse como en casa. Sea de donde sea. Incluso Jacob Fuglsang, primer líder de la Vuelta que ayer comenzó sobre la arena de este puzzle de cemento.

Viene de muchas partes: es danés pese a nacer en Ginebra (Suiza), vivir sus primeros años en Francia y se formó como ciclista en el lago italiano de Garda. Ahora es vecino de Luxemburgo, donde reside en un apartamento pegado al de su íntimo Andy Schleck. Les unen la profesión, el maillot del Leopard y su afición a los videojuegos. Un tipo así se ajusta a la ciudad más cosmopolita. Cualquier cosa puede pasar aquí. Hasta que un ciclista hecho en el monte, en el mountain bike (fue campeón del mundo sub'23), vista el primer maillot rojo en el mar. En Benidorm todo es talla XL: el sol, la playa, los hoteles, el ruido, la fiesta, el vicio... Y ayer fue el día de un gigante, de Cancellara, otro de los amigos de Fuglsang. Cancellara se bastó solo para convertir la breve contrarreloj por equipos en una cuestión individual. Tiró del Leopard casi sin ayuda. Y en la recta final dejó pasar a su cuadrilla. «Ha sido casualidad que yo entrara el primero», contó Fulsang. Líder casual.

Los británicos llegan blancos y se van con piel de gamba. Los escaladores como Igor Antón y 'Purito' Rodríguez vienen asustados a la contrarreloj inicial y la terminan por delante de los supuestos dueños de este coto: Menchov, Brajkovic y Wiggins. En Benidorm, los disc-jockeys y las luces láser de las discotecas Penélope o KU comparten noche con los 'Pajaritos por aquí...' y el acordeón de María Jesús, que sigue llenando la Cafetería 'Arenas'. Aquí puede pasar de todo. Como ayer en los difíciles 13 kilómetros de la contrarreloj colectiva que salió de la playa de Poniente, subió a Terra Mítica, cruzó el casco empedrado de la ciudad y terminó en la playa de Levante. La ganó el Leopard de Fulsang y Cancellara. Le sacó 4 segundos al Liquigás (Nibali fue el gran beneficiado del día), 14 al Movistar de Intxausti y David López, 18 al Omega de Van den Broeck, 25 al Katusha de 'Purito' Rodríguez, 28 al Euskaltel-Euskadi de Igor Antón, 29 al RadioShack de Brajkovic y Kloden. Y algo más a los tres derrotados de la tarde de sol y playa: 32 segundos al Lampre de Scarponi, 42 al Sky de Wiggins y 43 al Geox de Menchov y Sastre.

Fallo mecánico

Al Garmin, uno de los favoritos, lo tumbó un fallo mecánico en la bicicleta de Talansky. A Freire, el tricampeón del mundo del Rabobank, le faltaba aire. «Nunca he hecho una crono tan mala», decía. Ahogado en un resfriado. Siempre le ocurre algo. Es un enfermo con dorsal. Al RadioShack le fue igual de mal: el equipo más infortunado del pasado Tour (perdió a todos sus líderes por caída) vio cómo su elegido para esta Vuelta, Brajkovic, pinchaba nada más salir. «Nos persigue la mala suerte», lamentó Zubeldia pese a que el final el RadioShack redujo pérdidas. El Lampre de Scarponi perdió a Marzano en la rampa de salida. Culpa de un salto de cadena. Al Sky de Wiggins, otro de los bloques con opciones, le miró un tuerto: dos de sus ciclistas se chocaron al poco de salir. Y al Geox de Menchov se le fue al suelo el gallego David Blanco. Torpe. Las bielas de contrarreloj son más largas. Al inclinar al bicicleta, tocan el suelo. «Y en una curva he empezado a pedalear demasiado pronto», reconoció.

Ni siquiera el Katusha de 'Purito' estaba contento. Pese a haber distanciado a Menchov, Scarponi y Wiggins, el catalán negaba con la cabeza. Su equipo iba con el segundo mejor tiempo a mitad de recorrido cuando sucedió lo imposible. En Benidorm, claro. De repente, desaparecieron los contrarrelojistas de su escuadra. Y el Katusha se desinfló cuando tuvo que recurrir a los escaladores. Así lo reflejó 'Purito': «Si en un recorrido así tengo que dar relevo yo...». Malo. Regular, más bien.

Los ciclistas hojeaban la clasificación rodeados de bañistas, unos en bermudas y otros en bañadores marcapaquete. En Benidorm cabe cualquier cosa. Todo es según se mire. A Igor Antón, por ejemplo, el resultado de la crono le hacía feliz, aunque el Euskaltel había cedido tres segundos ante el Katusha. El equipo vasco, último en las cronos del Giro y el Tour, había terminado en el puesto doce, con un segundo sobre Brajkovic y Kloden; cuatro sobre Scarponi, 14 sobre Wiggins y 15 sobre Menchov y Sastre.

LA ETAPA

La segunda etapa, de 174 kilómetros y que discurre entre La Nucía y Playas de Orihuela, es la primera oportunidad para los velocistas, aunque al final hay una rampa de 270 metros al 8%.