CARTAS A LA DIRECTORA

Despropósitos

JEREZ Actualizado: Guardar
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Hace unos días, una persona con formación universitaria y desde su fe en el Creador, y en la Naturaleza, me decía: ¿Por qué no escribes algo sobre estos niños, huérfanos de madre 'a priori'? La pregunta exacta fue: Escribe algo sobre estos hijos de 'famosos' -de papel cuché- concebidos en un útero de alquiler.

Ya puesto a escribir, intentando ser consecuente con la Moral Natural, que es Patrimonio de la Humanidad, cabe preguntarse: ¿Qué mueve a un individuo a contratar un útero para que allí se geste un ser?. Una criatura que, habitualmente, jamás llegue a saber quién es su madre biológica. Nunca sepa donde trascurrieron sus primeros nueve meses de vida.

En estos tiempos, en que se busca el origen de una manera angustiosa, se ansía saber quiénes fueron sus padres, alguien responda: Vamos a engendrar huérfanos. Es un 'plus' a mi fama. Pienso, se me pasa por la cabeza, que por lo menos es una excentricidad.

Puede ser que solo sea el afán de tener un ser al que querer, o ser querido. Que, bien mirado es al 50%, difícil de engranar esa mitad de cooperación con el 100% que va a exigir su atención. Una atención formativa que va a pedir respuestas, respuestas cada vez más complicadas a medida que su esfera afectiva busque lo que todo ser humano exige. Saber su origen. Es un derecho, más que curiosidad. ¿Quién es mi madre? ¿Cómo os conocisteis?¿Como era? Las respuestas me temo que serán una sarta de mentiras, porque ¿será el agente masculino, origen de esta vida, capaz de confesar al hijo cómo fue engendrado? Pues hasta me temo que sí.

Qué dificultad, que manera de complicarse la vida con 'originalidades' que solo conducen, me imagino, a satisfacer un capricho. El capricho de un bebé que va a carecer de lo que todos tienen derecho a poseer, un padre y una madre conscientes de lo que es una criatura indefensa a la que hay que dar una educación. Un hijo exige algo más que vestido y alimentación o una vivienda de ensueño.

Exige una educación en lo que es la persona, que no es el tener, sino el ser. El saber que existe el dolor, la enfermedad. Que están ahí y hay que estar preparado para superarlos. Se superan con la atención y dulzura femenina y la protección fuerte del padre. Y en estas funciones, reside y adquiere toda su riqueza la personalidad humana..