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La central de Fukushima arroja al mar 11,5 millones de litros de agua radiactiva

La empresa japonesa que gestiona la planta afirma que el vertido es de baja toxicidad y no causará daños a la salud

TOKIO. Actualizado: Guardar
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Más radiactividad al mar procedente de Fukushima 1. La siniestrada central nuclear japonesa, dañada por el tsunami del 11 de marzo que averió el sistema de refrigeración eléctrica de sus reactores, se vio obligada ayer a verter al océano Pacífico once millones y medio de litros de agua contaminada, el equivalente a seis piscinas olímpicas.

Según la empresa que gestiona la planta, Tokyo Electric Corporation (Tepco), el líquido vertido estaba alojado en los contenedores para los desechos tóxicos y cuenta con una radiactividad débil. Sin embargo, sus niveles de contaminación superan 100 veces los límites permitidos y agravará la situación en la costa noreste nipona, cuyos índices de yodo radiactivo se dispararon 4.800 veces por encima de lo normal y el fin de semana bajaron a 630. A pesar de su impacto medioambiental, el agua que expulsará la central es un mal menor. El objetivo del vertido consiste en liberar los compartimentos y llenarlos con las toneladas de agua que se están lanzando sobre la central, que persiguen enfriar sus reactores con el fin de que no estallen. El remedio, sin embargo, ha resultado ser tan malo como la enfermedad. Con el paso de los días, el agua contaminada se ha ido acumulando en las galerías y túneles subterráneos y, debido a las fugas en los reactores 2 y 3, se ha contaminado por la radiación.

En algunos lugares, los niveles son tan peligrosos para la salud que los operarios no pueden seguir trabajando para retomar el control de la planta. Además, un depósito del reactor número 2 tiene una grieta de 20 centímetros por la que mana un chorro que los técnicos llevan ya dos días intentando contener por distintos medios, pero sin éxito de momento.

Barrera de tela

Una vez más, Tepco asegura que el agua vertida al Pacífico no tendrá consecuencias para la salud. Pero Fukushima lleva ya más de tres semanas emitiendo sustancias letales por tierra, mar y aire. En Japón, donde el sushi es el plato nacional, crece la preocupación ante el temor de que la radiación afecte a los peces y pase a la cadena alimentaria. Para impedirlo, la empresa desplegará una barrera de tela en el mar, pero su efectividad está todavía por ver.

«No tenemos más remedio que liberar el agua contaminada como medida de seguridad», admitió el portavoz del Gobierno, Yukio Edano, quien advirtió de que «si la situación continúa así mucho tiempo, acumulándose más sustancias tóxicas, tendrá un impacto enorme en el océano». El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), por su parte, criticó a la eléctrica Tepco por no haber tomado las medidas oportunas para prevenir el desastre, lo que forzará al Ejecutivo de Tokio a revisar su política energética y su compromiso de reducir sus emisiones contaminantes un 25% sobre los niveles de 1990.