La escritora ha pasado el invierno de gira con Eduardo Mendoza. :: LA VOZ
Sociedad

«Vivir de sueños está bien, hasta que el no cumplirlos te causa amargura»

La autora valenciana, que mañana está en Cádiz, ha cumplido su anhelo: ser finalista del Planeta con 'El tiempo mientras tanto' Carmen Amoraga Escritora y periodista

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Como un juego de matrioskas, las historias de 'El tiempo mientras tanto' se sostienen las una a las otras de manera simple, con una naturalidad que asombra en un universo, el literario, muy acostumbrado a las obras sesudas y a 'padres' de ego superlativo. Los personajes-muñecos de la finalista del Planeta 2010 son, en palabras de su 'madre', Carmen Amoraga, seres normales. Como ella. «¿Quién no conoce a una Pilar o a alguien que ha sufrido un accidente de tráfico?», se pregunta. Y se responde con orgullo que estos retratos son el principal motivo del éxito de su última novela. La que definitivamente la ha encumbrado en una carrera que ya abrió con triunfo. María Carmen Amoraga Toledo ( Picanya, Valencia, 1969) obtuvo en 1997 el II Premio Ateneo Joven con 'Para que nada se pierda'. En 2007 resultó finalista del LXIII Premio Nadal con la novela 'Algo tan parecido al amor'. Amoraga es, además, periodista y, como en un juego de muñecas rusas, tiene que encajar estas vocaciones con la maternidad y la concejalía de Cultura de su pueblo natal. Más horas de carretera. Con un compañero muy especial, el ganador del Planeta, Eduardo Mendoza. Mañana se baja del coche en Cádiz (en la Biblioteca, a las 20 horas), donde protagoniza una nueva cita con el ciclo del Centro Andaluz de las Letras.

-La crítica coincide en que en 'El tiempo mientras tanto' no sobra ningún personaje. ¿Ha sentido esquizofrenia a la hora de crear esta novela coral?

-La verdad es que no. He tenido la suerte de que ha sido algo bastante fluido. He enfrentado cada una de las historias de la novela como si me las estuviese contando a mí misma y eso ha facilitado mucho las cosas.

-Algunos de esos personajes están sacados de la realidad...

-Sí, algunos de ellos existen y otros podrían hacerlo perfectamente. Creo que ese ha sido el acierto de la novela. Se publicó en noviembre, pues todavía recibo a diario unos diez correos de lectores. La mayoría me hace llegar su sensación de empatía para con los personajes, que a su vez son muy cercanos. Goumba por ejemplo, existe. Es un inmigrante africano que llegó a España en patera y tuvo un grave accidente. Son historias muy próximas a todos. ¿Quién no conoce o es una persona que vive infeliz y que se deja arrastrar por las amarguras como Pilar?

-Pilar y María José, madre e hija, no son tan diferentes como marca su distancia sentimental, ¿qué ha sucedido para que todo sea así entre las protagonistas?

-Los seres humanos pensamos que somos únicos, pero la realidad no es así, y menos en las relaciones entre padres e hijos. Todos los hijos actúan por imitación y se parecen a sus padres. Lo que he hecho conscientemente es plantear que cuando nos llevamos mal con otras personas no queremos darnos cuenta de que nos parecemos más de lo que pensábamos.

-Hay una relación preciosa y un personaje encantador. Paco, al contrario que Pilar, si demuestra a su hija que la quiere...

-Quería que padre e hija se llevaran bien, precisamente porque como los hijos imitan a los padres, quería que María José aspirase a parecerse a su padre y a su madre. Paco es mi personaje favorito, imaginé una Pilar antipática y amargada y a un Paco encantador, capaz de sobreponerse a la infelicidad.

-Ha dicho de su compañero de viaje de los últimos meses, Eduardo Mendoza, que él escribe sobre la historia y usted, sobre la vida. ¿Cómo se dio cuenta de que la vida es tan dolorosa y sobre todo tan imprevisible?

-Sí, es dolorosa, pero también es alegre. La vida de cualquier persona está llena de penas y alegrías. Coincido en esa opinión de que la vida es muy imprevisible. He querido transmitir con la novela que la existencia no tiene por qué ser triste, es una novela llena de esperanza y que nos avisa de que la vida hay que vivirla ahora.

-Huye de la etiqueta de autora romántica. Eso sí, su obra es cálida y está llena de ternura.

-Creo que el romanticismo como género tiene otras muchas características. Tampoco hago novela negra porque haya un muerto. Rechazo la etiqueta de autora romántica porque hay un cierto sector que interpreta que si una mujer habla de una mujer ya es literatura femenina. Esas afirmaciones me repatean.

-¿Es el amor en cualquiera de sus vertientes la principal causa de sufrimiento?

-Creo que no. En 'El tiempo mientras tanto' el principal motivo de sufrimiento es el no ser capaz de producir un ajuste entre la vida que se quiere tener y la que en realidad se alcanza. Vivir de sueños está muy bien, hasta que el no cumplirlos te provoca amargura. Una amargura que, por otra parte, los personajes podrían haber gestionado de otra manera.

-¿Cree que ahora más que nunca los seres humanos están llamados a la insatisfacción?

-Es verdad que lo tenemos todo y de manera muy fácil pero, sobre todo, parece que tenemos poco margen de error. Nos exigimos a nosotros mismos mucho y sufrimos por no cumplir todos nuestros objetivos. Desgraciadamente, así vive mucha gente, amargada, como Pilar.

Esta es la novela de María José, que sufre un accidente justo cuando ha recuperado el control de su vida. Y la historia de su madre, Pilar. Y también la de Marga, su amiga. Es la historia de todas esas personas, unidas por lazos de amor o de familia, y que a pesar de ello se convierten en desconocidos.