MILENIO

AMISTAD ROTA

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Profesar la religión católica se evidencia más en el carácter que en la forma de proceder. Sobre todo, en el marco político, incluyendo personas, entidades, organizaciones y formas de ordenación administrativas. Lo ha confirmado la Junta que, más que una organización política y administrativa, es igualmente un conjunto de normas morales que ordena los sentimientos de los creyentes y legislan actitudes éticas en sintonía con aquellos.

El escándalo de los ERE, por ejemplo, ha llevado a un alto cargo de la Junta, el consejero de Empleo, Manuel Recio, a comparecer ante la Cámara y declarar que «el Gobierno andaluz se siente engañado, avergonzado e indignado por quienes pueden haber utilizado fondos públicos de manera irregular». Y luego hay desengañados de la cosa que sostienen que la política no hay honradez ni ciudadanos y mandatarios ejemplares. Se demuestra lo contrario con la declaración del consejero de Empleo ante el máximo órgano de representación popular, como es la Cámara legislativa andaluza. Algo semejante sucede en las relaciones personales entre los mandatarios. Tenemos los casos del máximo representante de la Junta y del vicepresidente tercero del Gobierno, licenciados ambos por la facultad de Derecho hispalense de por aquellos años sesenta en los que tantos jugábamos con soldaditos de plomo y soñábamos con libertades y amores idealizados. Por aquel entonces, ambos eran amigos, colegas y cómplices en desafectos políticos. Se reencontraron en Sevilla dos décadas después y fortalecieron la amistad que les unía, acudían al cine sabatino con sus respectivas parejas, se hicieron hombres de Estado que, aunque no es una heroicidad tiene su mérito, porque va gastando los avatares de la vida pública, las tensiones internas, los inevitables sobresaltos, los silencios repentinos, el tedio de lo repetido y la fatiga de más de lo mismo. Habría que haberle advertido a ambos mandatarios «Que lo que ha unido Dios no lo separe la oposición política». Y así sucedió. Los Arenas, Rajoy, González Pons y esas señoras que tanto largan amparadas en las siglas del PP han ido minando la amistad de ambos mandatarios e introduciendo en ellos las dudas y los microbios del día a día de la política. Ahora, coinciden en algún fasto patrio o en un suceso mitinero y se limitan a saludarse entre el cansancio y la frialdad.