PAN Y CIRCO

HORIZONTE

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No tenemos más remedio que reconocer que el horizonte de expectativas que contemplamos desde la situación actual del equipo amarillo no es alentador. Como afirman todos los contertulios del programa radiofónico que escucho en estos momentos, el diagnóstico que Jose emitió tras el partido jugado en Carranza contra el Almería B dibuja un panorama excesivamente sombrío y augura un futuro inmediato escasamente ilusionante. Si fuera cierto que los futbolistas hacen todo lo que saben y todo lo que pueden, es difícil que, cuando ya se ha cruzado ecuador de la presente temporada, logren enderezar el rumbo de una nave tan frágil y tan desorientada. Agradecemos la claridad con la que el entrenador se explica porque, a la larga, la cruda realidad se impondrá y porque los números de la tabla de clasificación son los que reflejan con mayor exactitud la situación real del equipo, pero nos preocupa comprobar que, si es cierto que todos los jugadores del conjunto amarillo luchan hasta la extenuación, se entregan sin reservas y mantienen el orden y la disciplina que, durante la semana les indica el entrenador, tenemos que concluir que los resultados ponen de manifiesto unas irremediables carencias físicas y técnicas. Desde mi perspectiva de simple observador -y, en la medida de lo posible, desapasionado- contemplo un paisaje oscuro que podría llegar a ser dramático en el caso en el que, empujados por la euforia o por el desaliento, los responsables renunciasen a examinar minuciosamente todos los síntomas y, en consecuencia, se negaran a efectuar un diagnóstico riguroso. Aunque algunos digan lo contrario, el aliciente principal de los partidos consiste en la cantidad de veces que el balón entra en la portería de los equipos que nos visitan y en el puesto que el nuestro ocupa en la clasificación. Desgraciadamente el tiempo por sí solo no cura las enfermedades y, para recobrar las fuerzas y recuperar la salud, es imprescindible que se prescriban las medicinas o, incluso, que se aplique la cirugía.