DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSLOS HOMBRES SIN MIEDO

Hemos aprendido todos a decir las cosas por su nombre y no llamar 'crímenes pasionales' a lo que son asesinatos machistasLa Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

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Es innegable que este país que está retrocediendo ahora en determinados aspectos -especialmente económicos- también ha logrado en los últimos años notables avances sociales y ha conquistado parcelas de igualdad y derechos que antes, y no hay que irse muy lejos, o eran utopías o ni siquiera aparecían en el imaginario colectivo de los españoles. Destaca especialmente la lucha contra la violencia de género. Lo que en la época predemocrática o incluso en los primeros años de los 80 se denominaba 'crímenes pasionales' son ahora asesinatos machistas. Hemos aprendido a llamar a las cosas por su nombre, y la presión social, judicial y policial contra los maltratadores es fuerte, fortísima, casi inversamente proporcional a sus cobardes palizas y salvajes cuchilladas. Nadie en su sano juicio, ningún hombre de bien, nadie que vaya por derecho se atrevería a negar todo lo bueno y positivo que nos han proporcionado las políticas contra la violencia de género.

El maltrato y los asesinatos son el lado más dramático de esa gran lucha por la igualdad que están librando las mujeres españolas en todos los campos desde hace ya muchos años. En esa pelea no están solas. Cada vez son más los hombres que se toman en serio y comulgan con la igualdad de derechos y obligaciones sin condicionantes de sexo. Cada vez son más los hombres que ven a la mujer como un igual, no como una sirviente. Es más, estoy seguro de que los hombres que tenemos esta perspectiva, los que respetamos a las mujeres en todas las facetas de la vida, somos mayoría en nuestro país, en Andalucía o una ciudad como Jerez.

El problema es que no podemos bajar la guardia mientras existan algunos animales, por pocos que sean, que saquen la mano a paseo cada vez que una mujer les planta cara. Durante el viernes y el sábado se ha celebrado en Jerez la octava edición del Encuentro Provincial de Hombres Igualitarios, en el que han participado personas -hombres y mujeres- que han hecho una militancia de su lucha por la igualdad de género. El lema de esta cita es Los hombres y sus miedos al amor en igualdad. Y eso está muy bien. Estoy convencido de que actos como el que comentamos sirven para sumar, aunque sea un grano de arena. Pero dicho todo esto, y como hemos aprendido todos y todas a decir las cosas por su nombre, me gustaría partir una lanza por aquellos que nunca han rebasado la línea del abuso, el maltrato o la desigualdad y que, sin embargo, se ven incluidos cuando se toma la parte por el todo y se habla del genero masculino, en general, con demasiada ligereza y falta de respeto. Lo digo porque una de las referencias de este encuentro ha sido una frase, a mi juicio muy desafortunada de Eduardo Galeano, que reza así: «Los hombres tienen miedo de las mujeres sin miedo». Y ahí, en los hombres ¿nos metemos todos? Quizá sería más correcto decir que «algunos hombres tienen miedo de las mujeres sin miedo» y de paso no criminalizamos o culpabilizamos a todo el genero masculino solo por el hecho de ser hombres. Insisto en que es obvio que hay becerros por ahí que todavía interpretan las relaciones de pareja con una hombría malentendida, prepotencia, posesión, celos o violencia. Pero tampoco esta mal acordarse y extraer del mismo saco a los otros, a aquellos hombres que quieren a mujeres valientes a su lado, que las aman, las respetan y las valoran, a aquellos que saben quiénes son y dónde están. Son los hombres sin miedo y se merecen el mismo trato que las mujeres sin miedo. Sencillamente, porque somos iguales.