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La jugada desesperada de 'Baby Doc'

Duvalier esperaba entrar y salir libremente de Haití para demostrar a la Justicia suiza que no tenía cargos en contra y recuperar así su dinero

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Cierto que su aspecto frágil y demacrado no deja ni sombra del gordinflón hedonista que se autoproclamó presidente de por vida a los 19 años. Durante los 25 años de exilio en Francia ha dilapidado la mayor parte de los entre 220 y 590 millones de euros que en dólares expolió a su maltrecho país cuando el pueblo se hartó de su obscena opulencia y sangrienta represión. Lo último que le quedaba se lo arrebató su exmujer durante el divorcio. Y con el dinero también se fue el séquito que le acompañó al exilio por los casinos de la Costa Azul.

Las doscientas personas que estos días dan vítores a su paso lo hacen por 50 gourdes diarios (un euro). Les pagan unos cuantos nostálgicos del gobierno corrupto que les llenó los bolsillos. Él está tan arruinado que es capaz de jugarse su libertad por la calderilla: menos de cuatro millones de euros que le quedan congelados en unas cuentas de Suiza.

Horas antes de que la tierra abriese las carnes haitianas y engullese a su pueblo, el Tribunal Supremo de Suiza determinó que tocaba devolverle el dinero por haber prescrito los delitos. Al conocerse el estremecedor balance del apocalíptico terremoto, el pueblo suizo agonizó en remordimientos. Tanto, que en poco tiempo elaboró una ley que impedirá a los dictadores depuestos hacer uso de las fortunas que hayan expoliado a sus países.

La ley Duvalier entra en vigor el próximo día 1. Según los conspiradores, si 'Baby Doc' se hubiera salido con la suya de entrar y marcharse de Haití en cuatro días sin que la Justicia se lo impidiera, habría demostrado a los tribunales helvéticos que su pueblo no tiene cargos contra él.

No opina así un alto abogado del Ministerio de Exteriores suizo, que durante años negoció directamente con sus abogados. El alto funcionario no puede dar su nombre porque no está autorizado. «Si es lo que él cree, allá él», se jacta. «La ley Duvalier está hecha a su medida y contempla expresamente la posibilidad de que el dictador haya dejado tras de sí instituciones tan maltrechas que no sean capaces de encausarle».

Las de Haití son el mejor ejemplo. El código penal no ha sido actualizado desde 1835 y, a diferencia de la modélica transición española, tras la caída del dictador solo se han sucedido golpes de Estado, invasiones y elecciones corruptas que han hundido al país antillano aún más en los avernos de la miseria. El propio Gobierno suizo le ha pagado al haitiano los abogados que reclaman la posesión de esas cuentas expoliadas.

Los letrados estadounidenses que ha contratado el exdictador para su regreso aseguran que su cliente solo quiere recuperar el dinero para emplearlo en la reconstrucción, pero la fuente suiza se ríe de esas intenciones. «Le ofrecimos devolverle una parte menor para pagar a sus abogados y emplear el resto en el pueblo haitiano y se negó». Ahora no le queda margen de negociación. «La única posibilidad que tiene de recuperarlo es demostrar que lo ganó legalmente», sentencia el funcionario. Robo, extorsión, tráfico de drogas, comisiones ilegales y hasta venta de cadáveres no cuentan.