Editorial

Reformas cubanas

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El régimen cubano toma la senda de la modernización económica, es decir, el recurso a los instrumentos del mercado, aunque lo haga desde la ritual declaración de que entiende perfeccionar el socialismo, no acabar con él. Así lo dijo hace nueve días Raúl Castro, el mismo que acaba de cancelar uno de los impuestos más criticados por sus conciudadanos, la entrega al Estado de un diez por ciento de toda remesa en dólares enviada por los cubanos del extranjero. La medida sigue a otras muy explícitas, singularmente la de avanzar hacia una política de empleo real y adelgazamiento del gigantesco sector público, que permitirá al Estado desprenderse en un año o poco más de medio millón de sus empleados. Simultáneamente se estimula la actividad privada y hay vía libre para emprendedores y activos por cuenta de terceros. El reconocimiento tácito del desastre económico no garantiza, sin embargo, la apertura política y se augura que el modelo cubano se dirige a un rígido autoritarismo de partido único y progreso material de inspiración china o vietnamita.