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Bailes de Año Nuevo

Un país que deja morir un medio de comunicación riguroso está enterrando su propio futuro

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El amargo fin de año que tengo planeado transcurrirá frente a la pantalla de televisión, agotando los últimos minutos de emisión de CNN+. En el preciso instante en que me coma la última uva de la suerte, la cadena se irá a negro. O sea, morirá. Será triste, como todos los funerales. Pero como el show debe continuar, en ese mismo momento empezará a emitir Cuarenta Latino, según dicen los rumores, y nos pondremos a bailar sin haber asimilado la extinción del periodismo de calidad que hacían los profesionales de CNN+. Pareceremos los concursantes de 'Danzad, danzad, malditos', la gran película de Sidney Pollack. Ambientada en los Estados Unidos de la Gran Depresión, narra un maratón de baile cuyo premio se concedía a la pareja que aguantara más tiempo bailando. A medida que iban pasando las horas, unos desfallecían, otros abandonaban, algunos se sentían morir de cansancio, pero trataban de resistir. Transcurría la tarde, la noche y la mañana, y las parejas seguían bailando. Era gente normal, que nunca pensó someterse a una humillación así para salir adelante, pero el mandato de la supervivencia arrasa todo resto de orgullo.

En la profesión periodística, cada vez hay más colegas padeciendo humillaciones: el paro, los malos sueldos, los cierres, los eres. Es mentira que los buenos salgan adelante. Yo conozco a muchos muy buenos que están quedando en la cuneta de la crisis, la mala gestión empresarial y la obsesión por la audiencia, es decir, por el dinero.

No quiero resultar egocéntrica. Muchas empresas que no son periodísticas también han cerrado, muchos trabajadores de todos los gremios están en paro. Entonces, ¿por qué hablar del deterioro de esta profesión? Por una sola razón, porque con él no sólo pierden sus trabajadores y los que colaboramos en los medios. Pierde también la información, mientras gana posiciones la televisión basura, el sensacionalismo y el periodismo mercenario. Un país que deja morir un medio de comunicación riguroso está enterrando su propio futuro. Como dice Simon Blackburn, «las sociedades nunca han avanzado saludablemente, ni pueden hacerlo, sin grandes cantidades de información fáctica fiable». Y un periodista dispuesto a todo para salvar su puesto de trabajo, aceptará ser censurado, avalará informaciones falsas o no contrastadas, asistirá a comparecencias sin preguntas de los políticos sin rechistar. En resumen, no será fiable. Piénsenlo. Allí donde hay un periodista danzando como un maldito, hay un ciudadano mal informado. No es de los periodistas de lo que trata este artículo, sino de ustedes.