Los asistentes recibieron una carpeta con la información sobre la próxima cita. :: EVA LINDBERG
CÁDIZ

Una voluntad «muy necesaria»

Más de 260 gaditanos participaron ayer con el objetivo de estar listos para los actos de las Jornadas Mundiales de la JuventudLa Diócesis organiza su primer curso de voluntariado para preparar la llegada de 8.000 jóvenes

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Dos visitas esperan a la Diócesis de Cádiz el próximo año. Podrían ser dos más de las muchas que recibe el obispo o cualquiera de los miembros de la curia diocesana durante el año, pero no es el caso. Éstas son lo suficientemente importantes como para necesitar de 800 voluntarios que coordinen dos ansiadas llegadas para los cristianos de la provincia. Primero será la Cruz de los jóvenes (del 24 de marzo al 4 de abril) y luego llegarán 8.000 jóvenes de todo el mundo (del 11 al 15 de agosto). Dos citas de peso en la Diócesis que servirán de actos previos a la llegada de su santidad a Madrid (del 16 al 21 de agosto), para las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) que exigen una preparación exhaustiva de todo el que quiera echar una mano. Por ese motivo, el Secretariado Diocesano de Pastoral Juvenil comenzó ayer con el primer curso formativo de los actos previos de la JMJ en Cádiz.

A la primera jornada organizada en el centro educativo María Inmaculada asistieron los que, hasta la fecha, se han animado a participar: 260 voluntarios de toda la bahía de Cádiz. Estudiantes menores de edad -los más numerosos-, universitarios, trabajadores, amas de casa o jubilados formaron ayer una amalgama de voluntarios difícil de clasificar. La única pauta fue las ganas de prestar sus manos para colaborar en las más de diez áreas de acción -tan dispares como seguridad, salud, cultura o turismo- que se pondrán en marcha para recibir a los jóvenes.

De momento, lo de ayer «fue una primera toma de contacto», como reconoció el responsable de voluntariado del secretariado, José Manuel Helmo. De 11 a 19 horas, los organizadores intentaron crear un clima de colaboración, lejos de vergüenzas e inseguridades. «La idea es que en estos primeros días se formen además en lo que es ser voluntario en general, más adelante vendrá la especialización en cada área», puntualizó Helmo.

De hecho, los 330 voluntarios de la Diócesis -entre ellos están los 260 de ayer- tendrán su primera prueba de fuego con la llegada de la Cruz de los jóvenes. «Para esa cita solo hacían falta 300 voluntarios y ya tenemos 30 más, hemos cubierto las expectativas», explicaba ayer el director del Secretariado de Pastoral, Andrés Drouet. Mientras, la inscripción sigue abierta para llegar al objetivo de los 800 voluntarios para los Días de la Diócesis en los que vendrán los 8.000 jóvenes.

Ganas de ayudar

Marta Revuelta fue una de las jóvenes que decidió no esperar al último momento para apuntarse de voluntaria en las JMJ, por instancias de su profesora de religión. Aunque «algo nerviosa», la joven de 17 años se mostró ayer dispuesta o colaborar en todo, «menos en salud». Un deseo que cumplió a medias porque ayer también hubo tiempo para dar algunas pinceladas de primeros auxilios.

Con una recreación de un desmayo, los voluntarios aprendieron qué hacer si se encuentran en una situación similar. Además, también hubo ensayos para saber comunicarse con extranjeros. «El hecho no es que sepan hablar inglés como que sepan unas técnicas básicas de comunicación para entenderse», puntualizó Helmo antes de comenzar con las dinámicas, divididas en grupos de 10 a 12 personas.

Un entendimiento del que a buen seguro puede presumir Catalina Gil. Esta catequista y profesora de 51 años ayer decidió dar la vuelta a las tornas para que fuera su hija -que forma parte de la organización de las JMJ- la que le diera clases a ella «para ayudar en lo que haga falta». No será lo único que haga Gil por los Días de la Diócesis. Tanto ella como su marido, ya se han inscrito como familia acogedora. En total, recibirá en su casa a cuatro de los miles de jóvenes que llegarán a la bahía.

La primera jornada alternó reuniones en grupos reducidos para romper el hielo con actos conjuntos en el salón de actos del colegio. Allí, los asistentes recibieron un mensaje audiovisual del obispo animando a los voluntarios a seguir con la tarea iniciada ayer.

Una tarea que Drouet valoró de forma positiva, sobre todo entre la mayoría de jóvenes inscritos: «Han respondido muy bien. Con esto se tira por tierra todos los prejuicios que existe entorno a ellos porque son gente supergenerosa».

Una experiencia pionera

Y en esos jóvenes desprendidos, de los que habla Drouet, es sobre los que se está edificando el ambicioso proyecto de la Diócesis «que traerá a la provincia algo nunca visto». Para la llegada de los 8.000 jóvenes a distintos puntos de la bahía, la Janda y el Campo de Gibraltar será necesario un despliegue logístico sin precedentes en la Diócesis y que necesitará de múltiples vertientes. De ahí, las diferentes áreas en las que en un futuro se ubicará a los voluntarios.

La idea es que estén planificadas acciones básicas como el transporte de los jóvenes, su alojamiento y su alimentación. A parte, surgen otras necesidades como la realización de rutas turísticas y culturales o la organización de un macro acto en un espacio de la capital aún por definir. Acciones que exige de múltiples colaboraciones para llegar a buen término. En definitiva, el objetivo es conseguir cumplir los tres principios básicos del Secretariado de Pastoral: «Invitando, implicando e irradiando». Las invitaciones a otras partes del mundo ya están hechas. La proyección de la Diócesis hacia el exterior llegará con los jóvenes. De la implicación, sólo las ganas de colaborar de los gaditanos podrán dar cuenta de ello.