Sociedad

El padre de una saga con duende

Sus hijos Estrella, Soleá y Enrique seguirán los pasos del maestro granadino, con el que colaboraron en distintos proyectos

GRANADA. Actualizado: Guardar
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Enrique Morente no solo creó en su vida una forma de hacer flamenco semejante a la importancia que otros nombres como Mairena o Camarón han tenido en la historia reciente de este arte, sino que ha dejado en el mundo a tres hijos: Estrella, Soleá y Enrique, quienes se han criado en una casa flamenca fundada por el cantaor y su mujer, la bailaora Aurora Carbonell, una gitana madrileña criada en el barrio de la Puerta de Toledo. Todos ellos, en mayor o menor medida, han actuado y cantado junto a su padre, que ha ejercido de maestro y guía espiritual, especialmente de la cantaora Estrella (Granada, 1980), que debutó con tan solo 16 años. Desde entonces, la primogénita ha cantado con figuras como el también desaparecido Chano Lobato, además de grabar tres discos y participar en bandas sonoras de películas tales como 'Sobreviviré', de Pedro Almodóvar, o 'Iberia', de Carlos Saura .

Casada con el torero Javier Conde, con quien tiene dos hijos, Estrella siempre se ha declarado militante de la libertad: «Yo he sido artista porque mi padre me la dio. Mi familia nunca me obligó. Nadie me ha puesto unos límites. Siempre me mostraron a qué se dedicaban ellos, pero antes de enseñarme a ser artista, me enseñaron a sentarme en una mesa a disfrutar de la familia... Mi madre es artista por naturaleza y, en cuanto a mi padre, por detrás, de una manera muy sutil y con mucho respeto a su profesión, me he ido impregnando de muchas cosas...».

«Cantan mejor que yo»

Su hermana menor, Soleá, licenciada en Filología Hispánica, también ha cantado y puesto voz en temas de su padre. Así pasó en el arranque del último disco del maestro, 'Morente flamenco. En directo' (2009). En el tema 'Nanas de Oriente' cantó ella porque su padre le dio la oportunidad creyendo que ya estaba madura para enfrentarse a los escenarios.

La estudiosa de la familia, como bromeaba su progenitor en muchas ocasiones, también es consciente de que ella sus hermanos -y hasta sus dos sobrinos- son una generación a la que les toca lograr que no se pierda la afición. Que se mantenga vivo el flamenco. «Es para mí una forma de vivir, de sentir, de crecer y, aparte de la ilusión que nos pueda generar, es una forma de soñar y sobre todo de ser», ha declarado Soleá. Tal es así que hasta sus dos sobrinos, Estrella de cuatro años y Curro de siete, hijos de Estrella y Javier Conde, participaron en el último disco publicado por el maestro del flamenco. «Afinan los dos. Hemos sido unos privilegiados por haber vivido al lado de un hombre del que constantemente se está aprendiendo», dijo la madre.

Y, una vez desaparecido el Ronco del Albaicín, apodo con el que era conocido el cantaor, queda en vida otro Enrique Morente, su hijo menor, de apenas veinte años. A él, que anda dando conciertos acompañado a la guitarra por Juan Habichuela Nieto, le pesa lo suyo que su padre haya sido un genio. «Claro, pesa un poquito, pero cuando uno sale al escenario es uno mismo, uno solo», declaró hace unas semanas en Málaga, donde los dos benjamines de las sagas flamencas más importantes de Granada ofrecieron una de sus actuaciones.

El propio cantaor fallecido ayer se refirió a su descendencia artística. «Tiene su guasa. Lo de la saga de los Morente. Ahora parece que están de moda, pero lo que quiere decir es que me están creciendo los enanos [ríe a carcajadas]. Además, todos estos que vienen detrás de mí, de mi familia, cantan mejor que yo, que es una putada. Fuera de broma, al mismo tiempo, es una alegría, principalmente es una alegría».