Los exámenes consisten en recrear, sobre el compañero, un maquillaje de ficción, como las heridas resultantes de un accidente de moto. :: A. V.
San Severiano

Maquillaje de ficción para vivir la realidad

Solo cuatro centros en Andalucía, entre ellos el gaditano, imparte el ciclo de Caracterización de personajes

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Es más fácil trabajar con el hierro que con las personas». Elena Batlle practica sobre una reja en el porche del San Severiano. Las chispas que el soldador provoca a su contacto con el metal siempre recrean una imagen festiva, casi exótica que, en cierto modo, trasladan las sensaciones optimistas y esperanzadoras de los que empuñan el artefacto para aprender un oficio con el que esperan ganarse la vida. Algunos como Rubén, que a sus 17 años no conoce aún el desierto del desempleo; y otros como Elena, de 36, que ha pinchado hueso en el mundo de la Educación Social y busca una salida laboral para salir adelante. «Terminas quemada. Te llevas los problemas de los demás a casa. Y quería cambiar».

Solo ella y una compañera estudian este ciclo de formación profesional en el instituto San Severiano. «Supongo que durante un tiempo ha estado mal visto». Pero ahora tampoco tiene demasiado tirón para el género femenino... Todo lo contrario que las disciplinas relacionadas con la estética y la imagen. En las aulas del ciclo de Caracterización los chicos están en minoría y no alcanzan la decena. Paradójicamente los más célebres maquilladores y estilistas son hombres. «Es un trabajo en el que hay que viajar mucho, echar horas por la noche... Y las mujeres, si son madres, lo tienen más difícil». Julia Montes es profesora del módulo de 'Posticería y Transformación del Cabello'.

Con los vivos y los muertos

Aquí los chicos aprenden desde 'la galleta' -rejilla desde la que comienzan a engarzar los pelos- a elaborar una peluca, barba, bigote o similar. Un trabajo muy especializado, que además del mundo del espectáculo tiene en el ámbito de la oncología un importante -y discretísimo- ámbito laboral. «Yo quiero trabajar en funerarias. Lo tengo clarísimo». José Manuel Jiménez de 27 años, escandaliza un poco a sus compañeras, Cristina y Sara, que se decantan por otros intereses: el cine, la televisión, el teatro... El San Severiano es uno de los pocos puntos de Andalucía donde se enseña maquillaje de caracterización y de ciencia ficción. Solo Sevilla, Málaga y Almería ofrecen esta disciplina formativa.

A medida que pasan los minutos, el aula de maquillaje se parece cada vez más a la unidad de quemados de un hospital. Hoy hay examen y los alumnos deben recrear en sus compañeros los daños de un accidente de motocicleta. Junto al espejo un boceto y en las mesas carne y sangre artificial -líquida y coagulada-, látex y pinturas.

Un empleo a medida

Todo para recrear desde moratones y arañazos hasta quemaduras y brechas que estremecen sólo al primer vistazo. «En Cádiz no me voy a quedar. Hay muchas salidas laborales, pero aquí es complicado». Un tremendo hematoma morado le cubre media cara. Ana Núñez y Sole Fernández, ambas de treinta años, estudian este ciclo por vocación, pero también con la esperanza de tenerlo un poco más fácil a la hora de encontrar trabajo. El instituto mantiene convenios con las televisiones locales. «Pero aquí no pueden practicar el maquillaje menos convencional. Por eso intentamos compensarles con otras actividades como el Carnaval, en el que varias agrupaciones nos llaman, con los espectáculos de teatro... Son más horas para nosotros y para ellos, pero cuando algo te gusta...». También en el simulacro que cada año organiza la Escuela de Enfermería tienen su papel estos maquilladores de lo ficticio y lo sobrenatural.

Rosa Rodríguez, profesora, saca de una caja las piezas de prótesis que fabrican a medida: desde orejas a mentones y narices que luego colocan con mastix -un pegamento especial- y maquillan hasta unirlas completamente a la piel. La luz y la propia imaginación hacen el resto en las películas. «Casi todo está en nuestra cabeza. Pero hay que hacerlo. Una vez recreamos los ojos en las manos que aparecen en 'El laberinto del fauno'».