SOMOS DOSCIENTOS MIL

LA MANITA

Hacer un Jerez mejor, incluido su tráfico, es a veces sólo cuestión de un poco de empeño

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Comienza una canción de Fito & Fitipaldis diciendo aquello de: «puedo escribir y no disimular, es la ventaja de irse haciendo viejo», y no sólo tiene razón la canción, sino que este cronista, cree hallarse en ese punto de la vida donde cada vez importa menos, decir públicamente lo que se piensa. De ahí que las presentes líneas vayan dedicadas a 'la manita'. Como preámbulo, en descargo de quien escribe, debo suponer que cuando obtuve mi carnet de conducir, bien falté a la clase donde se explicaban determinados comportamientos, bien es que éstos han sido creados con posterioridad. De ahí mi absoluta ignorancia sobre los mismos que seguidamente les explico.

Por ejemplo: observo con demasiada frecuencia que, cuando algún conductor no respeta un paso de peatones, levanta la manita a modo de saludo y solicitud de, las que entiendo, humildes disculpas. Idéntico comportamiento lo observo cuando algún conductor no respeta un ceda el paso al que está obligado, no traza adecuadamente una rotonda, se salta un semáforo recién puesto en rojo -aunque ya los peatones hayan comenzado a cruzar por el correspondiente paso-, o se detiene donde buenamente le apetece, sin preocuparse de que interrumpa o simplemente moleste a la circulación rodada.

Si algún cabreado conductor le pita con razón, simplemente se levanta la manita. Qué decirles cuando uno va a recoger su coche y en doble fila hay alguien mal estacionado que nos impide salir. Uno empieza a tocar el claxon y, cuando buenamente le apetece al infractor, el mismo acude a retirar su vehículo entendiendo que todo queda saldado levantando la manita.

La manita tiene un matiz aún mayor, que se da cuando el conductor levanta ambas manos y las junta en señal de solicitud de perdón. En ese momento, no sólo se nos está pidiendo disculpas, sino que la infracción habrá alcanzado tal calibre de burrada, que lleva al conductor a pedir perdón juntando sus manos y a otra cosa mariposa. Este comportamiento que puede parecer simpático, y que a mí me resulta abusivo, a pesar de que para quien lo utiliza tiene idéntico efecto que si el propio Dios le otorgara el perdón divino, se ve complementado con otro comportamiento igualmente abusivo, pero muy de moda, que al parecer otorgaría a nuestro vehículo el poder de la invisibilidad: alguien circula por una calle estrecha, se detiene en la misma puerta del sitio al que va (da igual que sea una entidad bancaria, la panadería o un bar para tomar café), enciende los intermitentes de emergencia que tiene su vehículo y magia, el mismo pasa al estado de invisible. Ello permite al conductor Copperfield abandonar su vehículo durante un buen rato, pues como es invisible, ya no molesta a nadie.

Si a usted la ha tocado ir detrás, no se esfuerce en pitar o hacerle gestos para que siga adelante, pues los cuatro intermitentes otorgan tal poder a quien los conecta, que da igual pararse en un badén, en un paso de peatones, a las puertas de un colegio, o en la mismísima calle Honda.

Conectados los intermitentes el vehículo ha desaparecido al común de los mortales. Ah, eso sí, cuando el conductor regresa y nos ve con la cara enrojecida de ira, levanta la manita y aquí paz y gloria. Así de paso dicho conductor nos advierte que su vehículo, al desconectarle los intermitentes, regresará al estado de materia visible.

¿Y qué les digo ahora? Como me estoy haciendo viejo, cada vez me molestan más esos conductores que todo lo arreglan saludando con la manita, así como todos aquéllos otros que creen hacer desaparecer sus vehículos bajo el imponente manto de cobertura que al parecer les otorgarían los intermitentes de emergencia.

Sería de todo punto deseable que, en vez de saludar con la manita, los conductores acatáramos las normas de circulación, respetáramos los pasos de peatones, frenáramos en los cedas el paso o trazáramos adecuadamente las rotondas.

Igualmente, en vez de creer que la carrocería de nuestro vehículo posee el don de la invisibilidad tras conectar sus intermitentes, mejor andar un poco (lo que además es muy sano), y aparcar el vehículo adecuadamente aunque ello obligue a dar un pequeño paseo. Es curioso como hacer un Jerez mejor, incluido su tráfico, a veces es solo cuestión de poner un poco de empeño.