Merkel bosteza junto a Westerwelle en el Parlamento. :: EFE
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El declive de la «alianza de ensueño»

Las disputas internas oscurecen el primer aniversario de la coalición que rige Alemania

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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Cuando la canciller Angela Merkel, su aliado liberal, Guido Westerwelle, y el líder bávaro de la CSU, Horst Seehofer, firmaron hace un año un documento de 130 páginas que dio vida al nuevo Gobierno alemán, la prensa se apresuró a bautizar la entente como una «alianza de ensueño», debido a la extraordinaria afinidad política que unía a sus socios. Doce meses después el ensueño se ha vuelto pesadilla y la coalición celebra el aniversario con más pena que gloria.

La armonía ha degenerado en una agria disputa que ha hecho creer a la opinión pública que la única meta que tienen los integrantes del Gobierno es destruirse mutuamente. Y la sensación se ha plasmado en una caída brutal en los sondeos de aceptación. A pesar de que la economía alemana ha dejado atrás la recesión y afronta el futuro con optimismo, la popularidad de la alianza entre democristianos y liberales se esfuma. La coalición ganó las elecciones de 2009 con el 48,4% de los votos. Un año después solo acapararía un 33% si hubiera elecciones. La oposición de socialdemócratas y Verdes obtendría más de un 48%. «Merkel quería ser la canciller de toda Alemania pero no lo ha logrado», subraya Gero Neugebauer, analista y politólogo de la Universidad Libre de Berlín. «Existe la impresión de que cuando el Gobierno toma decisiones tiende a favorecer intereses particulares», añade. Peor aún, la opinión pública esta convencida de que Westerwelle y Seehofer se han convertido en rémoras para la líder de la CDU. Según Manfred Güllner, jefe del instituto demoscópico Forsa, el dirigente liberal y su colega bávaro piensan que aumentando la tensión pueden salvar sus cabezas.

El Partido Liberal reclama en vano bajar los impuestos que prometió hace un año al electorado. La CSU frena una reforma seria del sistema sanitario y ahora desea cerrar las puertas a la inmigración turca y árabe. El partido de Merkel, en cambio, apoya prolongar la vida de los reactores nucleares, una medida que favoreció a los Verdes, que están en camino de convertirse en un serio aspirante a disputar la cancillería al SPD y a la CDU.

Tregua interesada

El más reciente ejemplo de la discordia gubernamental fue el 'regalo' que hizo Merkel a su colega francés, Nicolas Sarkozy, cuando la canciller renunció a exigir sanciones automáticas a los países infractores del Pacto de Estabilidad.

La concesión, además de irritar a varios países comunitarios, encolerizó a Westerwelle, que había pactado todo lo contrario con Merkel. «Cuando se enteró estaba furioso y en el partido cundió el rumor de que quería romper la coalición», recogía el semanario 'Der Spiegel'.Igual que sucedió antes de las vacaciones de verano cuando la alianza se dio una tregua para no dañar las perspectivas del triunfo democristiano en las elecciones de Renania del Norte Westfalia, el Gobierno ha hecho ahora lo mismo para impedir una derrota en el estado de Baden Württemberg que acudirá a las urnas el 27 de marzo.

Los sondeos pronostican un triunfo de los Verdes y del SPD, un resultado que puede hacer peligrar el liderazgo de Merkel en la CDU y el de Westerwelle al frente de los liberales, una visión casi apocalíptica para la alianza. Hace un año, Merkel era la política más querida y respetada e incluso un amplio sector socialdemócrata estaba a favor de que repitiera al frente de la cancillería. Doce meses después su popularidad está por los suelos y observa cómo un miembro de su gabinete se ha convertido en la estrella emergente, el barón Karl-Theodor von Guttenberg.