A Llongueras le dan una indemnización de 6.000 euros. :: J. R. LADRA
Sociedad

Llongueras se queda calvo

La hija del prestigioso peluquero despide a su padre por burofax porque sus tareas en la empresa no son «satisfactorias»

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«Nací como una bala de cañón y si no es por el tope de madera, me salgo de la cama». Así estaba, que se salía, Luis Llongueras -el emperador del rulo, el 'Dalí de los peluqueros- hasta que esta misma semana le dieron la patada para hacerle, precisamente, la cama. Esther, hija de su primer matrimonio, se ha levantado en armas y ha puesto de patitas en la calle a su padre mediante un burofax en el que le comunica su despido con efectos a partir de la próxima semana. Resulta que, a juicio de la criatura, la mano que le ha dado de comer desde 1987 -cuando el estilista puso las acciones de su imperio a nombre de varios familiares- ha dejado de realizar unas tareas «satisfactorias».

De nada parece valer ya un currículum que abapulla, con sus 120 salones de peluquería repartidos por todo el mundo donde se atiende cada año a unos 800.000 clientes, ni que la marca Llongueras brille en letras de neón en París, Tokio, Ginebra, Buenos Aires o Milán. Como tampoco parece ser satisfactorio que su portentosa capacidad para manejar el secador y las tijeras de titanio lo hayan consagrado como uno de los tres grandes peluqueros del mundo junto con Jean Louis David y Vidal Sasoon. No. «Las tareas que usted realiza no lo son a satisfacción de esta empresa, ni ostenta actualmente ningún poder notarial para ejercerlas». Y en consecuencia, añade la díscola hija en el sorprendente finiquito, «su actitud es sancionable con el despido que se le insta». Cría cuervos...

Pues eso. A Llongueras le han sacado los ojos por, según sus propias palabras, «intentar ser un buen padre», se lamentaba ayer el estilista que, además de conseguir que Dalí se pusiera rulos, logró que la Reina se apuntara al 'brushing'. «Al formar la sociedad PEYMA -explicó- se pusieron las acciones a nombre de varios familiares y lo que ha sucedido es que ahora, contando las acciones de mi ex mujer y de mis dos hijos mayores, suman más del 50% y pueden decidir sin mi consentimiento».

Doble vida

Por el momento, el peluquero no ha querido echar más leña al fuego y ha evitado especular sobre el porqué de una traición que podría tener tintes de 'vendetta'. De venganza servida en plato frío, cinco años después. Y es que, allá por 2005, cuando algunos peluqueros se apresuraban a salir del armario, Llongueras sacó del ropero, no a sí mismo, sino a toda una familia: la que formaban su secreta mujer y los tres hijos que había tenido con ella.

Sus retoños no eran tres sino seis, desvelaba en una conocida revista del corazón antes de confirmar que, cansado de multiplicarse por dos en el ámbito privado, había decidido separarse de Lolita, la esposa oficial, para establecerse con Jocelyn, la hasta entonces extraoficial. Más que nada porque, según decía entonces, mientras que sus hijos mayores estaban ya organizados, los pequeños necesitaban que él los organizara. En efecto, organizados estaban.