LA CASAPUERTA

SODOMA Y CAMORRA

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Tras la muerte de Franco, España emprendió un nuevo destino refrendado por el pueblo español en la Constitución de 1978. Un nuevo rumbo para una vieja nave que urgente había que modernizar y preparar para surcar las grandes singladuras. Después de treinta y pico años, la nave hace aguas y todos nos hemos equivocados. Capitán y marineros. Equivocados ó engañados. Una de dos.

Vamos a la deriva sorteando arrecifes y rocas. Su capitán, con decisiones ambiguas y arengas populistas, tiene dividida a la marinería y no hay un Dios que lo entienda. Y lo malo es que no hay salvavidas para todos. Esta nave no arranca y habrá que buscar culpables y responsables según dice el pueblo que es el soberano.

Lo está haciendo todo tan mal que es fácil que para el próximo examen no le den permiso ni para capitanear la 'Patera Mangoli'. La marinería está cabreada contemplando nerviosa como se dilapida el combustible y temen lo peor, que la nave naufrague y solo lo cuenten los que lleven puestos chalecos.

El poder no solamente corrompe sino que engendra desgracias. El pueblo que es dueño de la nave exige a su asalariado capitán responsabilidad y sentido del honor para llevar a buen puerto a tan viejo navío escorado en las borrascosas aguas de la improvisación.

De los oficiales de abordo, presuntos asalariados, no hay que decir más que elogios y parabienes. Lo elegantes que son. Lo bien que viven. Lo bien 'peinaos' que están. Para eso son oficiales de éste trasatlántico turístico que se llama ¡Sodoma y Camorra!