Tribuna

Hermanos y primos; primos hermanos

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Papá ven en tren, que tienes que cuidar a tus nietos. Esa sería la llamada de un hijo desesperado a su padre jubilado, para que un día más pusiera en práctica sus dotes como abuelo y de paso echar una mano en el entorno familiar de su hijo. ¿Necesidad o comodidad del hijo? ¿Aburrimiento o condescendencia con su sangre? Las preguntas las dejo en el aire, para que el viento se las lleve. Lo único cierto de todo esto, es la intención de la UGT de romper la inercia de cada día. Ni papá vendrá en tren, ni éste cuidará a sus nietos. Pastrana lo quiere impedir. Son las consignas sindicaleras sobre la huelga para el próximo miércoles. Vivir para ver. Se acerca el día 29-S y cada vez se aleja más la posibilidad de entender las verdaderas razones que justifican la huelga. La coincidencia con el día del paro europeo, avisado con más de tres meses de antelación, todo ello me lleva a pensar en la pantomima organizada entre sindicatos y gobierno. La prueba irrefutable de lo que digo son los asquerosos vídeos de Chikilicuatre. Si ellos son la expresión gráfica de la justificación del conflicto, en el punto de mira de esa abominable colección audiovisual, sólo aparecen los empresarios y el PP. Un hipotético apoyo a los sindicatos en su convocatoria, parecería alienarnos junto a ellos y en contra de los empresarios, a favor de ellos y en contra de la oposición, no de los que ahora gobiernan, como si transcurridos seis años, la política económica del Gobierno la impusiera Cristóbal Montoro y no el actual ministro de Deportes. Aunque a lo mejor y eso no aparece en el vídeo, es que pretenden dar día de pernocta y asueto a todos los abuelos de España. Sin embargo, les aseguro que existen motivos para una huelga general, pero ni en el vídeo, ni en Vistalegre, ni demás alocuciones por los representantes sindicales, he escuchado los motivos que a mí se me antojan suficientes para su justificación: cinco millones de desempleados, una deuda pública con velocidad de crecimiento de vértigo, un déficit público incontrolable, unos ratios de productividad y eficiencia que nos asemejan a países del África subsahariana, un Estado que se desvanece poco a poco y cuyas instituciones no son las apropiadas para enderezar el rumbo del desaguisado creado por la política económica del Gobierno. Todo ello con el respaldo y beneplácito sindical desde que la crisis es palpable. Quizás todo esto justifique para el productor del vídeo, que no es el Gobierno quien está en el punto de mira del mismo. La complicidad durante seis años entre Gobierno y sindicatos, es lo que ahora justifica el acuerdo para el día 29, no nos engañemos.

A colación con los servicios mínimos. Es preciso resolver una mera cuestión conceptual, ya que es necesario diferenciar entre servicios esenciales, servicios mínimos y servicios de mantenimiento. Los servicios mínimos aparecen implícitamente cuando existen servicios esenciales para la comunidad. En tanto que los servicios de mantenimiento se consideran desde dentro de las empresas, para proteger la integridad de las personas y los bienes y poder reanudar las operaciones fabriles y de servicio, a la finalización del conflicto. La base legal de los servicios mínimos se considera en la amplia autorización concedida a la autoridad gubernativa en el Decreto Ley de Relaciones de Trabajo de 1977 y con ello adoptar las medidas necesarias que aseguren el funcionamiento de los servicios esenciales. A tal efecto, el Tribunal Constitucional ha dictado varias sentencias sobre el tema, señalando en ellas la obligación de la Administración de poder justificar la restricción al derecho de huelga, en la resolución que se dicte imponiendo los servicios mínimos. El nivel de exigencia es alto, ya que con la imposición de los mismos se «coarta» un derecho constitucionalmente reconocido, como es el de huelga. El caso es tan peculiar que debe encontrar una especial causalización y el hecho o conjunto de hechos que lo justifiquen, debe explicarse con el fin de que los destinatarios conozcan las razones por las cuales se privó de ese derecho y los intereses que fueron sacrificados, lo que a la vez que permite el conocimiento de las razones, también posibilita que en su caso, los tribunales fiscalicen la adecuación o no del acto o resolución del poder gubernativo que los impuso. A pesar del acuerdo existente entre el Comité de huelga y la Administración General del Estado en su establecimiento para esta huelga, ello no puede ser extensivo de forma automática para otras, aunque sí indicativo. El Decreto Ley de Relaciones de Trabajo obliga a ponderar las circunstancias de especial gravedad concurrentes en cada caso. Además, para interferir lo indispensable al derecho de huelga, el Tribunal Constitucional indica que debe procurarse cubrir los servicios mínimos con personal no huelguista mientras sea posible. Pues bien, las encuestas y el ambiente reinante, hacen pensar que no más de un 25% va a secundarla, lo que hace posible, por adecuado a las directrices marcadas por el Constitucional, un Decreto como el impuesto por la Comunidad de Madrid. ¿Porque si esto es de otra forma, como se concilian el resto de derechos que también asisten a los demás trabajadores y ciudadanos que no contemplen seguir la huelga? ¿El acuerdo habido sobre servicios mínimos, supone por lo que a la Administración General del Estado se refiere, el fiel cumplimiento por ella del artículo 103 de la Constitución, que exige que ésta sirva con objetividad los intereses generales?

Las preguntas que nos podemos hacer son innumerables. Las respuestas también. Seguro que las hay para todos los gustos. Pero hay hechos indubitados, que suponen que ciertas preguntas en cuestión, tengan su respuesta concreta y determinada. Así, se ha considerado la UGT como correa de transmisión de sus hermanos, integrados en el PSOE. La unidad de acción sindical entre ambos sindicatos más representativos, desde tiempos ya inmemoriales, me hacen pensar en la existencia de un parentesco entre ellos que se acerca a la condición de primos. Y por último, el acuerdo suscrito sobre los servicios mínimos para atender los servicios esenciales de la comunidad, hace que los suscribientes de tan modélico acuerdo, nos consideren a una gran parte de la ciudadanía, no ya como meros primos, sino algo más, auténticos primos hermanos para tragarnos la pantomima que se ha ido fraguando en los últimos tres o cuatro meses.