EDITORIALES

Tragedia por esclarecer

La comisión debe explicar por qué nadie impidió el despegue del avión de Spanair

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El segundo aniversario del trágico accidente del vuelo JK5022 de Spanair se convirtió ayer en un sentido recuerdo de las 154 personas que fallecieron en el siniestro de Barajas. La sociedad y las instituciones pudieron escuchar ayer las dolorosas palabras de sus deudos y de los 18 pasajeros que resultaron heridos, que dieron a conocer la sensación de soledad en que se vieron inmersos al poco de la catástrofe. Dolor al que se une el escepticismo mostrado por algunos de los afectados, dado que albergan serias dudas de que algún día lleguen a conocerse las causas de lo ocurrido. El anuncio de que la comisión de investigación dependiente de Fomento dará a conocer sus conclusiones antes de que finalice el año no sólo refleja las dificultades técnicas a las que se enfrentan las pesquisas en torno a un accidente de tal magnitud. Revela también las resistencias que encuentran tales pesquisas cuando las personas y entidades responsables del citado vuelo tienden a abonar cualquier hipótesis que aleje las causas del siniestro del ámbito de su actuación directa. El legítimo derecho a la defensa opera así mucho antes de que puedan formularse acusaciones concretas dentro del procedimiento judicial abierto, convirtiéndose en una coraza compartida de opacidades, disquisiciones, dilaciones y evasivas que contribuyen a presentar el accidente como un imponderable, y a los dos técnicos de mantenimiento imputados como paganos de un mal general. Es más que probable que el accidente de Barajas pusiera en cuestión aspectos muy diversos en los que se basa la seguridad de la aviación civil. Pero la eventualidad de una revisión de los protocolos existentes, con recomendaciones que añadan pautas a las ya incorporadas a raíz del siniestro, no puede eximir a la CIAIAC de explicar las causas concretas que provocaron el accidente del JK5022. Las informaciones que han trascendido apuntan a la existencia de una larga cadena de fallos mecánicos, imprevisiones, instrucciones equívocas, precipitación e indolencia cuya veracidad sólo puede ser establecida en una sentencia firme. Pero la lenta marcha de la instrucción judicial y la acción mínima de la fiscalía no eximen a la Comisión de Fomento de explicar por qué el avión de Spanair no estaba en condiciones de volar y por qué nadie impidió su despegue.