Artículos

EL ORDENADOR DE AVERÍAS

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los maliciosos virus se meten en cualquier sitio. Hace ahora dos años inutilizaron el registro de Spanair y murieron 154 de los 172 ocupantes del avión que se estrelló en Barajas. Se sigue debatiendo no las causas de la tragedia, sino si éstas pudieron detectarse a tiempo de evitarla. A nuestros políticos lo que más les gusta es debatir. Los hay inteligentes, listos, listillos y espabilados. (Obsérvese mi exquisita prudencia para no incluir en estos apartados a los golfos). Lo que ahora está suscitando una mayor controversia, dejando a un lado lo de Melilla, es la subida fiscal. El ministro de Fomento la anunció, si bien no a bombo y platillo, ya que fue a platillo únicamente. Después, casi de inmediato, la ministra de Economía lo desmintió. La dureza de la presión impositiva que sufren los españoles sólo la envidian los que no tiene trabajo y por lo tanto no pueden ser esquilmados por Hacienda, pero nuestros ministros, que son todos eventuales, deberían aunar criterios mientras sigan siendo colegas. Es una falta de compañerismo llevarse la contraria en público. Unos creen que vamos de mal en peor y otros opinan que vamos de peor en mal. Visto desde fuera, parece que unos están muy mal educados y que otros no están educados ni bien ni mal. Entre todos, con la inestimable ayuda de la oposición, han conseguido que el vocablo que más se repita, hasta las respectivas náuseas, sea «crispación», que viene del latín. En su acepción más usual significa irritar, exasperar. Vulgo, cabrear. Urge encontrar un ordenador de averías políticas antes de que el avión en el que vamos todos tome tierra bruscamente. ¿Quién puede ser la persona imprescindible en un momento necesario? Unos están muy vistos y a otros no se les puede ni ver. Una vez más, lamentamos «la ausencia de los mejores» en las arduas tareas políticas, pero lo que hay que deplorar es la presencia de los peores. Se nota hasta en agosto.