DEFENSA PERSONAL

LUIS ROSALES CUMPLE CIEN AÑOS

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Luis Rosales, de cuyo nacimiento se cumplen cien años, y cuya vida estuvo marcada por la calumnia que quiso hacerle responsable de haber entregado a García Lorca a sus asesinos, ambicionó como pocos poetas españoles del siglo XX una poesía total, que no renunciara ni al canto ni al cuento. Gracias a que lo logró en las suficientes ocasiones, es hoy uno de esos autores inevitables cuyas cimas ('Rimas', 1951; 'La Casa Encendida', 1949, algunas piezas de sus otros libros) deben contarse entre los imprescindibles de la poesía española.

En 1935 saldría su primer poemario, 'Abril'. Si bien es un libro correcto y en el que es notable la facilidad musical del autor, no permite ver aún al gran poeta en que se convertirá su autor. Ese mismo año firmó el 'Homenaje a Pablo Neruda', uno de sus poetas predilectos. El chileno, muchos años después, al recordar a Federico García Lorca, lo rodeaba de amigos, entre los que estaba, Rosales. Y de esta manera salía al paso de las acusaciones que empezaban a lloverle a Rosales de haber entregado a Lorca a sus asesinos.

Acerca de este siniestro capítulo, Félix Grande ha escrito un libro imprescindible, 'La Calumnia', donde demuestra, paso a paso, cómo Rosales y sus hermanos, no sólo no tuvieron nada que ver con la detención y fusilamiento de Lorca, sino que se jugaron la vida por tratar de salvarlo. Como la tozudez y ceguera del calumniador no se para ante documentos fidedignos, esas pruebas fehacientes no sólo de la inocencia, sino también del coraje de Rosales en la empresa de tratar de salvar a su amigo, a Rosales le siguió lloviendo la calumnia y hubo de aguantar hasta su muerte que algunos mequetrefes lo tacharan de sospechoso de haber colaborado en la detención del autor de 'Poeta en Nueva York'. Cuando en el año 1983 se le otorgó el Premio Cervantes, esa concesión se vio enturbiada por un chaparrón de críticas llegadas desde la izquierda que, aprovechando que el Pisuerga pasa por donde le da la gana, llamaba la atención sobre el hecho de que, no sólo se le daba el Premio Cervantes a un poeta mediocre, sino también a un falangista que algo, por poco que fuera, había tenido que ver con la muerte de Lorca.

Rosales se afilió a Falange, por imposición familiar, pues dos de sus hermanos sí eran conocidos falangistas de Granada, al volver a su ciudad en el verano del 36 -de hecho tomó el tren de vuelta un día antes que el propio Lorca-. Cuando se desató la guerra, tras el golpe de estado de Franco, acogió en su casa a Federico García Lorca, pensando que estaría más seguro protegido por una familia en la que había dos conocidos falangistas. Sirvió de poco esa protección, aunque también sirvió para que, a partir de entonces, Rosales tuviera que cargar con la acusación de haber entregado a su amigo.

'Rimas' comienza con uno de los más emocionados poemas que uno haya leído nunca. Se titula 'Autobiografía' y su brevedad permite que lo copiemos íntegro:

Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir, /Y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores, /Hasta la última, /Hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente, /Así he vivido yo, con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño, /Sabiendo que jamás me he equivocado en nada,/Sino en las cosas que yo más quería.

Como se ve, Rosales -que por cierto sólo escribía poemas en agosto, en su casa de la sierra- tenía una capacidad excepcional para golpear al lector con imágenes inolvidables. El poeta llenó su obra de aforismos y está por hacer una antología de versos sueltos que demuestren que entre nosotros Gómez de la Serna tuvo pocos alumnos tan aplicados como Rosales. Entre sus libros principales deben mencionarse, además de los ya aludidos, el excepcional poemario amoroso 'Diario de una resurrección', que está a la altura de 'La Voz a ti debida' de Salinas, y el nunca concluido 'Nueva York después de muerto', que al parecer pronto será editado al fin por la editorial Pre-textos.