Opinion

Rusia, al desnudo

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La paradoja de la Federación Rusa -un país que compatibiliza grandes hazañas industriales con carencias materiales elementales- es muy antigua y en la era soviética, quienes construyeron los primeros satélites artificiales y los cohetes que los pusieron en órbita fueron incapaces de fabricar automóviles decentes. Esta tradición es de nuevo visible ahora con la ola de incendios y las carencias que la grave situación deja aflorar. Han bastado un verano excepcionalmente caluroso y una ola de incendios forestales de varias clases para que Moscú y su región resulten literalmente irrespirables y se evidencie un intolerable caos administrativo y operacional. El Gobierno solo atendió con toda presteza a evitar que el fuego llegara a instalaciones militares sensibles y parece fiarlo todo a un cambio meteorológico. Por si fuera poco, las autoridades no han brillado por su sentido de la responsabilidad o la percepción de la urgencia. El alcalde de Moscú, el popular Yuri Luzhkov, ha tardado cinco días en tomar la juiciosa decisión de interrumpir sus vacaciones y el siempre dinámico primer ministro Putin no ha cancelado su agenda para volcarse en el conflicto. Rusia, como siempre, a medio hacer.