Una mujer de origen africano hace la carrera junto al Cuvillo. :: M. G.
Ciudadanos

La presión policial reduce la prostitución callejera

Cada vez menos meretrices se exhiben en torno al estadio del Cuvillo, principal foco de la Bahía de Cádiz Los vecinos de El Puerto piden medidas para erradicarla

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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En una silla de plástico blanca, la mujer, vestida con una minifalda igual de blanca espera la llegada del primer cliente bajo la sombra de un pino, en los alrededores del estadio José del Cuvillo, en El Puerto. No hay sofás de raso, ni barra de discoteca, ni luces de neón, ni una habitación a la que subir. Sólo asfalto y un pinar, que sirve de improvisado picadero en el que ocultarse (o no) de las miradas.

La demacrada imagen es una estampa habitual en la zona, con pocos cambios, desde hace 15 años -antes eran toxicómanas españolas y ahora inmigrantes africanas-. Sin embargo, desde hace medio año, las obras de la zona, la presión policial, y sobre todo la vecinal -organizada como Plataforma contra la Prostitución- ha logrado dar sus primeros frutos. Al menos, los más aparentes: pues la presencia de prostitutas en la calle ha disminuido al mínimo.

«Desde el invierno se ha notado bastante, hay menos chicas en la calle», asegura el trabajador de la gasolinera cercana situada en la avenida de Valdelagrana. Efectivamente, hasta hace poco, esa misma avenida estaba «llena por unas 20 mujeres enseñándolo todo; si ahora hay ocho o sólo dos, en pleno mes de agosto, ya es mucho», celebra este hombre.

«Cada vez hay menos prostitutas en la calle y no hemos notado que se hayan trasladado hacia otras zonas», confirman desde el Ayuntamiento de El Puerto, y eso que aún no se ha aprobado la polémica ordenanza «de convivencia» anunciada el pasado año por el Equipo de Gobierno-, que prohibirá la práctica de sexo en plena calle.

A la normativa, a la que se ha enfrentado la Asociación Pro Derechos Humanos (Apdha), le falta en todo caso «muy poco» para estar lista, explican fuentes municipales. Pero mientras, los vecinos han encontrado eco en un aumento de la presencia policial por el barrio, que si bien no tiene un fin represor - «la ley no permite retirar a las mujeres», explican en el Consistorio-, se convierten en un auténtico espantapájaros para la clientela de las meretrices.

Esa misma presión policial coincide, además, con un incremento de la persecución en el último año contra las mafias dedicadas a la explotación de mujeres y al tráfico de personas, que se enmarcan en el Plan Integral contra la Trata de Blancas lanzado por el Ministerio de Igualdad y el del Interior a comienzos de 2009. Dicho plan se ha traducido en un mayor número de redadas contra este tipo de mafias; algunas de las cuales han tenido repercusión en la provincia.

El problema se traslada

«Con la presión policial, la prostitución no desaparece, sólo se traslada», asegura Talía Ardana, coordinadora del proyecto de atención a estas mujeres organizado por la Apdha, en el que se ofrece a las prostitutas asistencia sanitaria, jurídica y social. Así, según advierte Ardana, la «presión policial» suele llevar a muchas de las meretrices a otras provincias o a ejercer los servicios en domicilios privados, más difíciles de perseguir.

Cuando se le pregunta si han detectado un descenso de chicas que se prostituyen, Ardana explica que es difícil de cuantificar, porque se trata de «una población que se mueve mucho, que suele aumentar en verano y decrece en invierno».

«La Policía Nacional, no la local, es la que ha conseguido que las prostitutas se alejen de nuestra calle y hay menos mujeres, eso es cierto», reconoce Manuel González, portavoz de la Plataforma vecinal contra la Prostitución de El Puerto, que ha visto durante años cómo delante de su propia casa -en la calle Galeras-, las mujeres ofrecían sus servicios a sus clientes, sin pudor por ser vistos. Pero aunque González reconoce que «ya no están ante las casas», advierte que «el problema no ha desaparecido, se ha trasladado a las espaldas del Cuvillo; mientras siga habiendo prostitutas, pediremos soluciones».