Forlán se lamenta por el tercer gol alemán, mientras que los teutones se dejan llevar por la euforia y la celebración. :: EFE
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Alemania se consuela como puede

Müller y Forlán se suman a la lucha por la 'Bota de Oro' en un vibrante duelo que engrandece a teutones y uruguayos El combinado de Löw repite el tercer puesto en el Mundial, plaza que ya logró hace cuatro años

PORTH ELISABETH. Actualizado: Guardar
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Alemania sigue llorando el golazo de Puyol que le apartó de un Mundial al que iba lanzada como un cohete, pero encontró cierto consuelo al vencer a la abnegada Uruguay en la pugna por el tercer puesto del Mundial. Se repitió la historia de Brasil'70, aunque entonces bastó un gol de Overath y esta vez el duelo fue mucho más vistoso, movido y abierto. Permitió a Forlán y a Müller ampliar su cuota goleadora e igualar los cinco tantos de Villa y Sneijder en la lucha por la 'Bota de Oro'.

Es digno de agradecer y dice mucho de estos profesionales que se dejaran el alma bajo el diluvio de Port Elisabeth, a orillas del Índico. Los constantes gestos de Tabárez y Joachim Löw evidenciaron que no iban de broma. Nada de ser el típico partido para el disfrute, liberar tensiones y jugar sin ataduras, en plan amistoso.

Y eso que los rostros de los contendientes mostraban agotamiento, desgana, hastío, hartazgo de seguir en Sudáfrica casi por obligación. Cuando uno se ha dejado la piel por alcanzar la final y no lo consigue, sólo tiene ganas de volver a casa. Seguir la tradición del podio olímpico es loable, pero quizá la FIFA se replantee la posibilidad de imitar a la UEFA y evitar una consolación que suele derivar en tortura.

El crudo invierno sudafricano tampoco invitaba a una fiesta de despedida. Pero el bronce queda para la historia. Por él merece la pena hacer de tripas corazón, realizar un último esfuerzo. Los uruguayos, menos acostumbrados a estos partidos, salieron con el equipo de gala. Tabárez puso en liza a Forlán y el capitán Diego Lugano, ambos tocados. Y recuperó a Luis Suárez, ausente en semifinales por esa mano salvadora ante Ghana. El tercer puesto significaba su mejor registro de la historia desde los títulos de 1930 y 1950.

Löw, a pie de obra pese a encontrarse griposo, movió más el equipo. Quizá porque tiene más donde elegir sin que la calidad se resienta. Klose estaba tocado y se quedó en el banco. Un duro golpe para quien ambicionaba marcar e igualar el récord goleador de Ronaldo, con 15 dianas en los Mundiales. Tampoco participaron Lahm, Podolski y el portero Neuer. Volvió Müller, el joven valor del Bayern de Múnich al que tanto echaron de menos sus compañeros frente a 'La Roja' porque aporta toque, profundidad, desborde y salida por banda.

Los germanos comenzaron mucho mejor. En unos minutos ya tocaron más que contra España. Los charrúas les esperaban muy rezagados, sin salir apenas a la presión. Les anularon un gol, Friedrich cabeceó al travesaño y Müller, a lo Raúl, se aprovechó de un error de Muslera, a disparo lejano de Schweinsteiger, para empujarla. Ya en ventaja, Alemania se puso a contemporizar. Y está comprobado que ese método no se le da muy bien.

La 'Celeste', paradigma del orgullo patrio, adelantó líneas.

Un final de infarto

Arévalo y Pérez, inmensos en este Mundial, salieron hasta campo contrario y pronto encontraron premio. Robaron un balón a Schweinsteiger y en dos pases, gol. Luis Suárez y Cavani, notables ambos aunque el delantero del Ajax desperdició un par de buenas ocasiones, la liaron. Comenzaba otro partido, ya descosido, desgobernado.

Si Müller se había subido al carro de artillería, Forlán no quiso ser menos. En el arranque de la segunda mitad, agarró una volea de arriba hacia abajo, que sorprendió a Butt porque el balón golpeó violentamente en el césped y le dejó a contrapié. Morían los alemanes ante el mayor ímpetu sudamericano pero un centro, y otra cantada de Muslera, devolvieron la igualdad. Jansen marcó casi sin querer y Khedira decidió con el clásico gol teutón, tras varios rechaces a la salida de un córner. El emocionante duelo acabó con un golpe franco estrellado por Forlán en el travesaño. Quizá valía una 'Bota de Oro'.