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Lo que parece ser, será

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El inefable Cándido Méndez considera la conveniencia de alcanzar un pacto con la patronal sobre la reforma del mercado de trabajo aunque esté vacío de contenido, ya que ello incidirá positivamente en los mercados. No se da cuenta el perenne secretario general del sindicato más que amigo del gobierno, que ello afectará más que negativamente en la imagen que en el exterior se tiene del gobierno, que externaliza su incapacidad para asumir los cambios que la economía española necesita para salir del atolladero.

La importancia de afrontar con contundencia la reforma del mercado de trabajo, exige retrotraernos a la incorporación de España al euro. Desde esa fecha hasta la actualidad, los salarios en nuestro país han crecido el doble que en otros muchos países europeos, mientras que la productividad del factor trabajo lo hizo en la mitad con relación a esos mismos Estados. Este se traduce a nivel empresarial en la falta de competitividad de la economía española, en síntesis el origen de nuestros problemas, lo que se ve exacerbado por los problemas financieros que también existen indudablemente. Entonces ¿por qué crecimos tanto? En primer lugar por el propio impacto positivo que sin duda supuso la incorporación al euro y una serie de circunstancias que se dieron al unísono: bajísimos tipos de interés y una inacabable financiación que nos permitió a todos (empresas y familias) endeudarnos hasta límites inasumibles. Pero, la consecuencia lógica de esas dos circunstancias descritas, posibilitaban el consumo y la inversión en forma de espiral. Ello era posible por el impresionante incremento de la demanda interna, lo que implicaba a su vez un fuerte incremento del PIB y nuestro gran desequilibrio existente en esos momentos, el déficit de la balanza por cuenta corriente. Crecíamos y el iluso de ZP pensó que nos salíamos de los cánones económicos para ser los primeros de la clase. Pronto hemos tenido la ocasión de comprobar que todo era un espejismo fruto de los excesos que han terminado en la profunda crisis que padecemos. Es decir, nuestra economía padecía trastornos en forma de desequilibrios. La insostenibilidad de mantener en el tiempo éstos, ha exigido por imperativo de la UE y de EE UU el inicio de un camino sin retorno de grandes reformas. Y quizás la más trascedente debiera ser la del mercado de trabajo. Se justifica esta decisión porque la demanda privada no va a poder tirar por sí de nuestra economía como lo venía haciendo en el pasado más inmediato. Dos son los motivos, la imperiosa necesidad de ir quitándonos las deudas de encima, tanto públicas como privadas, como por el desmesurado índice de desempleo existente. Nos queda, además de que el turismo comience a comportarse de forma adecuada, que el sector exterior, vía exportaciones comience a tirar de la demanda. Ello exige como requisito ineludible aumentar la competitividad de nuestras empresas. Hay que insistir por lo tanto en políticas de oferta y sobre todo en la reforma del mercado de trabajo, ya que el crecimiento del futuro inmediato nada tendrá que ver con lo acontecido años atrás.

La productividad del factor trabajo va a ser el elemento determinante y sobre el que debe girar la reforma laboral. Para su incremento es necesaria la movilidad del factor, de tal forma que el cambio de empresa sea algo connatural a las relaciones de trabajo. Exige esto racionalizar y viabilizar la permanente necesidad de ajuste de las empresas a las circunstancias cambiante de los mercados. De ahí la necesidad de reforma. ¿Qué pretende el gobierno con los globos sondas lanzados a través de RNE? Generalizar la contratación indefinida a través del contrato de fomento hoy existente sin establecer limitaciones en su ámbito subjetivo de aplicación. Este contrato determina una indemnización de 33 días de salario por año de servicio hasta un máximo de 24 mensualidades del salario como indemnización por despido improcedente consecuencia de un procedimiento de despido disciplinario. En segundo lugar reconsiderar los despidos colectivos o individuales cuando la causa invocada sea económica. Ahora se pretende sobre lo que existe, en determinar con claridad la prueba de la causa invocada de carácter económica. A fecha de hoy es necesario cuando la causa alegada era económica, justificar pérdidas contables durante los dos ejercicios anteriores. Se pretende reducir las exigencias de prueba para justificar la causa. Y en tercer lugar, modificar el régimen jurídico del contrato temporal para obra o servicio determinado, estableciendo una duración máxima que se situaría en dos años, a la vez que se incrementaría la indemnización por expiración de la obra por la que se contrató. Además, se prevé la posibilidad de que se apliquen ciertos principios aplicados en el derecho comparado para los supuestos de despidos (sistema austríaco) y de ajuste del tiempo de trabajo en empresas en crisis (sistema alemán).

Pues bien, esta no es la reforma que a mi juicio demanda la sociedad española. Y cuando digo la sociedad española me refiero a los 5 millones de desempleados, a los 9 millones de pensionistas y a los más pequeños, que pronto serán demandantes de empleo. La reforma que creo que nos situaría en la senda del crecimiento sostenido y equilibrado pasaría por lo siguiente, sobre la base de la permanente tutela judicial en las relaciones laborales. Primero: implantación de forma generalizada del contrato indefinido con indemnización de 33 días de indemnización por año de servicio hasta un máximo de 24 meses, cuando el procedimiento sea de despido disciplinario y este sea declarado improcedente. Segundo: Los despidos por crisis deben sustanciarse todos ante la Jurisdicción de lo Social, abrogando éstos las competencias que hasta la fecha detentan las autoridades administrativas. En estos casos, la cusa económica debe supeditarse sin más, a la situación negativa adversa y que ello redunde en una posición competitiva no deseable en el entorno del mercado. La indemnización debiera ser de 20 días, de los que el 40% debiera ser asumido por el Servicio Público de Empleo. Tercero: finiquitar el monopolio público en la intermediación del mercado de trabajo dada su falta de eficacia. Cuarto: asunción por las Mutuas de Accidentes de Trabajo de la gestión íntegra de la prestación de IT. Quinto: La negociación colectiva. Es sin duda la base fundamental de las modificaciones a introducir.

La reforma es crucial para España, porque con una tasa de desempleo del 20% lo que está en juego es nuestra propia solvencia financiera como Estado.