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LA PRIMA DE RIESGO

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Nos está costando mucho dinero ser pobres. Las agencias de calificación nos ponen las notas más bajas y recortan el 'rating' a las cajas y a los bancos medianos y a los otros más chicos. Se está tocando fondo y eso lo advierten incluso los políticos más superficiales. La llamada prima de riesgo, que es la única de la familia con la que nos hablamos, alcanza su máximo histórico. ¿Cómo terminará esta historia? Lo que mal empieza no sólo acaba mal, sino tarde. El economista Roubini, al que algunos consideran el gurú financiero, es más pesimista que nuestro presidente, que como no ve el precipicio, no teme que podamos caer en él.

Los momentos históricos se dividen entre los que son sinceramente malos y los insoportables, que son aquellos que siempre soportan los mismos. Cataluña, que entre otras virtudes siempre ha tenido una exquisita sensibilidad para la pela, ha puesto sus barbas a remojar y sube el IRPF a quien gane más de 120.000 euros al año, que tampoco es cifra que permita comprarse un yate para ir a la oficina. Los planes de austeridad siempre están bien vistos por los que tienen la obligación de ser austeros y llevan años de entrenamiento. Quizá haya en ellos un ingrediente de rencor social, o al menos de arraigado resentimiento, que algunos llaman «odio a la excelencia», probablemente con alguna exageración. Se calcula que la subida del IRPF permitirá ingresar 75 millones, que no son demasiados si se considera que el tripartito espera recortar este año 1.670 para reducir su deuda.

Es de pésimo gusto hablar siempre de dinero. Por eso los economistas se ven obligados a reunirse entre ellos y no darle la lata a nadie, pero siempre dan consejos. A nosotros nos basta con no seguirlos. No debemos criticar al dinero. Esperemos a tenerlo delante para afearle su conducta.