Barack Obama saluda al equipo estadounidense de fútbol, durante una audiencia en la Casa Blanca. :: EFE
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Obama abre la era de la seguridad global

El presidente de EE UU aboga por compartir responsabilidades con el resto de potencias en su primer documento estratégico interno Destierra de la doctrina nacional la guerra preventiva y el unilateralismo

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La Casa Blanca lo anunció en Twitter y su asesor adjunto de Seguridad Nacional Ben Rhodes moderó el debate en Facebook. Se trataba, claro está, de la estrategia para el siglo XXI en la que el Estados Unidos de Barack Obama no sólo hace comunidad en las redes sociales, sino que decreta el fin del unilateralismo que caracterizó a la administración de George W. Bush.

«Somos muy conscientes de los retos que supone movilizar una acción colectiva y de las imperfecciones de los sistemas internacionales, pero EE UU no ha triunfado saliéndose de los márgenes de la cooperación internacional», expone el documento de 52 páginas hecho público ayer.

En su primera Estrategia de Seguridad Nacional, Obama redefine las prioridades del gigante norteamericano, las amenazas que enfrenta y el camino para mantener el liderazgo «en un siglo en el que la grandeza de EE UU no está asegurada», advierte.

Como ya no se trata de combatir a la Unión Soviética sino al enemigo terrorista que cruza fronteras y arraiga en cualquier país harán falta todos los amigos posibles, pero también para afrontar otros problemas que cita como fruto de la globalización, desde los ataques en el ciberespacio hasta el calentamiento global. Por eso está decidido a mantener el liderazgo empezando por casa en temas como la inversión científica para el desarrollo de energías limpias o un recorte del déficit que preserve su papel de potencia económica.

Se trata de defender su influencia fuera de las fronteras en todos los aspectos importantes del siglo XXI, pero sin renunciar al militar -«piedra angular de nuestra seguridad», dice el documento-, tanto en la defensa nacional como en la internacional, porque EE UU «sigue siendo la única nación capaz de proyectar y sostener operaciones militares de gran escala a larga distancia», precisa.

El uso de las Fuerzas Armadas «debe complementarse» con una intensa diplomacia «en cada esquina del planeta» porque «el peso de este joven siglo no puede recaer sólo en los hombros de EE UU, de hecho nada le gustaría más a nuestros enemigos que ver cómo se mina nuestra fortaleza por una extensión excesiva de nuestro poder». En este contexto, se apela a la necesidad de tejer nuevas alianzas con China e India más allá del apoyo de los socios tradicionales. La doctrina de Obama se aleja rotundamente de la del miedo que impusieran Bush y sus acólitos, convencidos de que el uso de la fuerza y el lenguaje de la agresión es el único que entienden sus enemigos. Para Obama «nuestra seguridad a largo plazo no vendrá de nuestra capacidad para infundir el miedo en otros pueblos, sino de nuestra capacidad para apelar a sus esperanzas», asegura en el texto que servirá de base para las políticas de su gobierno. «Y como mejor se hará ese trabajo será a través de la decencia del pueblo estadounidense, de nuestras tropas y diplomáticos, pero también de nuestro sector privado, de las ONG y de nuestros ciudadanos».

Religión y terror

En atención a nuestros «mejores ángeles», Obama también ha abandonado el lenguaje de la guerra contra el terrorismo y los fundamentalistas islámicos que acuñó su predecesor.

Al final la situación es simple: «EE UU está en guerra contra Al-Qaida y sus afiliados». El Gobierno de Obama está decidido a seguirles la pista allá donde quiera que se escondan, pero también promete tener en cuenta que a menudo «hará falta un bisturí y no un martillo».