Martínez Olmos dice que se actuó con prudencia en la crisis de la gripe A

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Al actual portavoz de Sanidad del PSOE, José Martínez Olmos, le tocó en 2009 lidiar con la pandemia de la gripe A cuando era ministra del departamento Trinidad Jiménez. Martínez Olmos desempeñaba el cargo de secretario general de Sanidad cuando surgió la crisis de salud pública. Entonces se compraron vacunas que luego no se emplearon, con las cuales se podía inmunizar al 20% de la población. Esta medida acarreó un gasto de 300 millones de euros que a la postre generó críticas de imprevisión y despilfarro. Para Olmos, la gestión de la crisis fue correcta y guiada por la prudencia, aunque desliza una crítica a la Organización Mundial de la Salud (ONS), cuya política de comunicación fue deficiente. Además, la neutralidad e independencia de los asesores científicos de la OMS quedaron en entredicho cuando se descubrieron intereses espurios de algunos expertos con la industria farmacéutica.

Si se produjeran las mismas circunstancias, Martínez Olmos “volvería a hacer lo mismo”. Asegura que en aquel entonces las decisiones tomadas fueron consensuadas con las comunidades autónomas y los comités científicos. “No sabíamos cómo podía responder el virus de la gripe”, dice el portavoz del PSOE, que da su versión de los hechos en el libro ‘Qué paso con la gripe A’ (Amarppe), publicado en forma de entrevista con la informadora Maite Perea.

Frente a la determinación de algunos países, que compraron medicamentos para vacunar al 100% de la población, España se limitó a adquirir fármacos para el 20% de la ciudadanía. En ese momento se actuó así porque había recursos suficientes, a pesar de que la inversión de 300 millones se antoje ahora desmesurada.

¿Hubo histeria? “No”, dice rotundo el exresponsable sanitario. Y eso que las recomendaciones para eludir el contagio fueron drásticas: no había que estrechas ni tocar la mano de otras personas, era conveniente usar pañuelos para estornudar y evitar los lugares concurridos. Todo era poco para sortear la gripe A, transmitida por una variante del virus H1N1, del que se dijo que podía desatar una hecatombe y causar 150 millones de muertos en todo el mundo. Las estimaciones fallaron estrepitosamente. En España murieron tres centenares de personas, cuando la gripe estacional ocasiona unas 8.000 defunciones al año. Para algunos, el crédito de la OMS quedó menoscabado gravemente. Con la gripe aviar había cargado las tintas y años después incurría de nuevo en el mismo error. Sin embargo, hubiera sido irresponsable no adelantarse a los acontecimientos. Martínez Olmos sostiene que la OMS “hizo bien su trabajo”, aunque también su política en comunicación arroja algunas sombras. No en balde, el dirigente socialista reprocha que las autoridades sanitarias se enteraron de algunas alertas por Internet.

En lo que se refiere la UE, la descoordinación hizo que no se efectuara una compra centralizada, lo que hubiera ahorrado costes y permitido que los países ricos tuvieran acceso a los antivirales. Por añadidura, la Agencia Europea del Medicamento no explicó bien por qué se acortaron los plazos de aprobación de los nuevos productos.