Calderón, al servicio de España

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Instalado ahora en la Gran Manzana, a las órdenes de Derek Fisher en pleno Madison Square Garden, José Manuel Calderón es el jugador español que más camisetas de la mejor liga del mundo, la NBA, ha vestido. Junto a los Knicks de Nueva York, su actual equipo, tres conjuntos estadounidenses más -Raptors de Toronto, Pistons de Detroit y Mavericks de Dallas- han apostado por el extremeño desde que en 2005 se le brindara la oportunidad de cruzar el charco y competir al más alto nivel. No obstante, a pesar de sus andanzas por tierras norteamericanas, los mayores éxitos de su carrera los ha conseguido luciendo la equipación de la selección nacional, a la que nunca ha querido fallar. Su compromiso con España, en cada partido, en cada competición, le ha valido para ser uno de los principales estandartes del equipo, un seguro de vida, por su calma y su templanza, para todos los técnicos que han dirigido al grupo, y, a día de hoy, un pilar fundamental en el quinteto de Juan Antonio Orenga.

Su entrega y dedicación no pudieron, sin embargo, evitar las lesiones, que le impidieron acudir a algunas de las citas más importantes de los últimos años con la selección. En 2009 fueron la operación de un dedo fracturado de la mano izquierda junto a una rotura muscular en la pierna derecha las que no le permitieron jugar el Europeo de Polonia, en el que España se llevó el oro. Un año después sería la pierna izquierda, con una rotura fibrilar del bíceps femoral durante el último partido de preparación para el torneo planetario, el que truncaría sus deseos de defender el título de campeones que consiguieran en Japón en 2006. Si bien es cierto, en 2013 pudo resarcirse de su ausencia en Polonia ya que, una vez superadas sus dolencias, se unió al equipo y consiguió el bronce en Eslovenia. Ahora, por tanto, es el turno de hacerlo en este Mundial, en la que será su tercera participación en un evento de estas características. Aunque el de 2002 fuera único por ser el de su debut con la absoluta y el de 2006 por haber logrado el oro, el evento de 2014 será la cita mundialista por excelencia para José Manuel Calderón. No sólo porque jugará en casa sino porque, tras el duro golpe de 2010, reaparecerá en el que, según sus palabras, será su «último Mundial».

Razones de peso para llegar «más motivado» que nunca y en las mejores condiciones físicas no le faltan. El anuncio, aunque el de Badajoz lo comunicara con la boca pequeña y sembrando la duda de si realmente será su último Mundial, llega después de 14 años de una dedicación total y absoluta a su gran pasión, el baloncesto. Ya lo demostraba desde sus inicios, tanto en su primera temporada en la ACB cuando vistió la elástica del Lucentum Alicante como en sus años en el Fuenlabrada (2001-2002) y en el Baskonia (2002-2005). Ahora lo sigue haciendo en la selección y en la NBA, siendo un referente en la posición de base, no sólo a nivel de jugadores nacionales sino también dentro de la liga americana, a la que conquistó por ejercer, desde un primer momento, el rol de director de orquesta del nuevo equipo en el que hubiera aterrizado.

La experiencia es un grado y en el caso de Calderón ha quedado demostrado. El extremeño, como el buen vino, ha mejorado con los años. En los casi tres lustros de carrera, a sus 32 años, ha sido capaz de reinventarse, de adaptarse a las exigencias de sus múltiples entrenadores y, sobre todo, de cambiar, a través de su tesón y empeño sobre la cancha, la opinión de aquellos que le achacaban la falta de tiro en los momentos importantes. Los reconocimientos individuales le avalan. Su llegada a los Raptors fue un revulsivo para progresar en este aspecto y así logró, en la temporada 2008-09, el récord de mejor porcentaje desde la línea de tiro libre durante la fase regular, con un 98,1% de media al encestar 151 de los 154 lanzamientos realizados. Tampoco han sido despreciables sus números en el triple, siendo el jugador con mejor porcentaje en el curso 2012-13 (46,1%). Lejos de cifras, datos o estadísticas, es su capacidad de marcar el ritmo, avivar o pausar el juego en los momentos clave, sorprender con sus internadas y anotaciones con la clásica bandeja y su extraordinaria visión de juego las que le convierten en un imprescindible para Orenga. No sólo para el técnico sino para toda la afición, que ve en el extremeño a un líder comprometido. Porque José Manuel Calderón, esté cerca o no su retirada del combinado nacional, siempre estará al servicio de España.