Joachim Löw, el discreto encanto de la elegancia

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En las antípodas del histriónico Jürgen Klopp, y sin la condición trascendente que adorna cada aparición de Pep Guardiola, este antiguo delantero nacido en la Selva Negra ha logrado mutar el carácter del combinado teutón sin apenas hacer ruido. Ayudante de Jürgen Klinsmann en el Mundial de Alemania, tomó las riendas de la selección a la conclusión de dicha cita e inmediatamente desencadenó su particular revolución. Desdeñando los tradicionales preceptos del fútbol germano, aleccionó a sus jugadores sobre la necesidad de tocar más el balón, aunque ello significase rehuir el mandamiento de la verticalidad por encima de todo. El triunfo de España en Sudáfrica, apeando precisamente a Alemania en las semifinales, ratificaría lo acertado de su propuesta.

Desde entonces, se ha apoyado en una base de jugadores que han crecido bajo sus dictados. Göetze, Müller u Özil ejemplifican su gusto por el balón, siempre con la portería en mente, como atestiguan los 36 goles marcados durante la fase clasificatoria para el Mundial de Brasil. Fino en las formas, ha convertido a sus jugadores en auténticos puñales sin perder un ápice del orden por el que siempre se ha regido la 'Mannschaft'. Para situarse entre los grandes, únicamente le resta un título que se antoja una exigencia tras el tercer puesto logrado en la última Copa del Mundo y dos Eurocopas saldadas con un subcampeonato y otro tercer puesto.