Boskov, en una imagen de archivo

Muere Vujadin Boskov, el técnico de las frases célebres

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El fútbol recibió este domingo otra pésima noticia por la pérdida del serbio Vujadin Boskov, exentrenador del Real Madrid, Sporting de Gijón y Zaragoza, entre otros equipos, que falleció a los 82 años según informó la Vojvodina, el modesto club donde inició su carrera de jugador y militó 16 temporadas. Se marchó un clásico de los banquillos, un gran motivador, muy preocupado del juego sin balón, el aspecto físico y la táctica.

«La triste noticia para los aficionados al mundo del fútbol es la muerte del legendario Vujadin Boskov. Uno de los mejores jugadores de la historia centenaria del FC Vojvodina ha fallecido», indicó la entidad de Novi Sad mediante un escueto comunicado. Como futbolista discurrió su carrera entre Yugoslavia (Vojvodina), Suiza (Young Boys) e Italia (Sampdoria). Luego entrenó a nada menos que 13 equipos, además de dos veces a la selección yugoslava, su última experiencia en el banquillo hace casi tres lustros. Con el Real Madrid del inglés Laurie Cuningham y el alemán Uli Stielike como únicos extranjeros ganó el doblete en 1980. Ademas, conquistó otra Copa en 1982 y al frente de la Sampdoria alzó una Recopa, un título de la Serie A y dos Copas de Italia.

Sólo los viejos le recuerdan defendiendo la camiseta ‘plavi’ en los Mundialies de Suiza’54 y Suecia’ 58, algunos más conocen ese juego de contención y contragolpe que caracterizaba a sus escuadras pero sus frases son inolvidables para la mayoría de futboleros. No dominaba bien el castellano y una y otra vez recurría a tópicos que con el discurrir de los años se hicieron célebres. Pasará a la historia por ser quien acuñó aquello del «fútbol es fútbol», expresión utilizada por vez primera en 1979 tras un partido con el Zaragoza.

Pero dejó muchas más sentencias que en aquellos tiempos dibujaron sonrisas y ahora generan tristeza y melancolía. «El fútbol es imprevisible porque todos los partidos empiezan cero a cero», decía. «Ganar es mejor que empatar y empatar mejor que perder», recordaba a sus jugadores. «Punto es punto» y «penalti es cuando el árbitro pita», enfatizaba una y otra vez el famoso técnico que prefería «perder un partido por nueve goles que nueve partidos por un gol». En sus animadas conversaciones con los periodistas de entonces, siempre concluía que «el fútbol engancha porque es simple y es bello porque es sencillo». «Cuanto más lo complicas, empeora».

«Esto no es mi fútbol, no me reconozco en él y no quiero trabajar más», dijo el gran Boskov en una entrevista a ‘El País’ cuando decidió retirarse porque era un romántico y no soportó concluir que «ganar dinero era más importante que el propio juego». Con gran sentido del humor, siempre confesó que fue mejor jugador que entrenador porque su técnica era mejor en el campo que en el banquillo. Además de participar en dos Mundiales con esa Yugoslavia a la que amaba porque consideraba que era un «país muy bien organizado, libre, grande y donde se vivía muy bien», su orgullo fue poder competir en los Juegos Olímpicos de 1952, donde los balcánicos sólo fueron superados por Hungría y se colgaron la plata. Presumió de tener buenas relaciones con croatas, eslovenos y macedonios y siempre fue contrario a la trágica guerra de los noventa que a su juicio «lo derrumbó todo».