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El Barça vuelve a creer desde el sufrimiento

En cuartos de final de la Liga de Campeones por séptimo año consecutivo, demuestra que tiene fuerzas para pelear físicamente, que mantiene la calidad técnica y se agarra a un Messi que recupera las mejores sensaciones

BARCELONA Actualizado: Guardar
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El Barça jugará los cuartos de final de la Liga de Campeones por séptimo año consecutivo. En los seis anteriores logró el pase a semifinales y otra vez luchará por estar entre los cuatro mejores de Europa contra el rival que le depare el sorteo que se llevará a cabo el viernes de la próxima semana. Desde que el Liverpool apeó en octavos al entonces equipo de Frank Rijkaard (2006-07), el conjunto azulgrana es fiel a su cita en las eliminatorias más apasionadas: una vez con el propio técnico holandés, cuatro con Pep Guardiola, otra con Tito Vilanova y la actual con el Tata Martino. Pasan los entrenadores, cambian algunos jugadores, crece el pesimismo del entorno, pero el ciclo azulgrana se resiste a morir. Es una competición brutal, los cuatros primeros clasificados para cuartos dan miedo (Bayern, Atlético, PSG y Barça), los que lo tienen encarrilado asustan (Real Madrid, Chelsea, Borussia Dortmund y Olympiacos, si no remonta el Manchester United), y para un club tan exigente como el azulgrana no basta con quedarse a las puertas de algo. Todavía no se ha hecho nada. Pero lo que se vivió el miércoles en el Camp Nou demuestra que Mascherano tenía razón en la previa: al Barça aún no se le puede dar por muerto en ninguna competición. Al central le faltó confesar un argumento. Un equipo que tiene a Messi en sus filas es capaz de todo. Si el argentino encuentra el punto físico que comenzó a mostrar ante el Manchester City y el Tata Martino consigue que vuelva a disfrutar en un engranaje táctico a veces confuso, que se preparen los rivales.

Ante el equipo de Manuel Pellegrini volvió a quedar claro que este Barça se siente más cómodo jugando con cuatro centrocampistas: Busquets, Xavi, Cesc e Iniesta. No es nada nuevo, no es un invento del entrenador argentino. Rijkaard, Guardiola y Vilanova colocaron en numerosas ocasiones de falso extremo a Iniesta para ayudar a controlar en el centro del campo. Pero entonces se seguía hablando de 4-3-3 para no enfadar a los puristas de la filosofía azulgrana y del ADN de La Masia. Ahora se puntualiza en voz alta que son cuatro centrocampistas para que se sospeche que alguien quiere traicionar algo. El éxito del Barça esta temporada pasa por ser consciente de algunas limitaciones que antes no existían: si hay menos físico, no se puede presionar arriba de forma constante, pero sí se puede seleccionar cuándo hacerlo sin que el equipo pierda el orden cuando no lo haga. Lógicamente, en cualquier sistema táctico hay damnificados en una plantilla amplia. Pedro no jugó; Alexis sólo un rato. Con el 4-3-3 le tocaba descansar a Iniesta, Xavi o Cesc. Se puede discutir la apuesta por Neymar, irregular, capaz de acciones ilusionantes y de jugadas deprimentes, pero también se le intuye un potencial abrumador que hay que aprovechar ya. El Barça necesita que en este tramo final del curso sea el que se divierte con la selección brasileña. Y se entiende que se le esté animando a soltarse de una vez. Un 4-4-2 controlador con libertad para Iniesta, estelar ante el City, y Messi y Neymar desequilibrando arriba puede ser la clave.

Afortunadamente, el miércoles en el Camp Nou se comprobó que en el FC Barcelona no siempre coincide la voz del entorno con la palabra de la afición. Después de las críticas al juego del equipo por sus derrotas en San Sebastián y Valladolid -lógicas en lo deportivo, pero exageradas cuando se conectan con otras cuestiones más políticas del club o incluso humanas-, existían ciertas dudas sobre la asistencia al Estadi y el recibimiento de los espectadores. A la hora de la verdad, el público azulgrana dio una lección de fidelidad, compromiso y respeto a unos jugadores que por séptimo año consecutivo vuelven a competir por todo. Más de 85.000 aficionados animaron desde el primer segundo como si no fueran ‘followers’ de los líderes de opinión barcelonistas que en las redes sociales parecen estar disfrutando con la posibilidad de una debacle que vienen anunciando desde el día 1 de la temporada.

Enfado ‘twittero’ con Alves

El ejemplo es la celebración de Dani Alves en el 2-1 final, haciendo gestos al público de que hay que animar más. El enfado ‘twittero’ fue inmediato y la polémica ‘tertuliana’ televisiva encontró un argumento para hacer ruido ya con que las ayudas arbitrales no llegaban teniendo en cuenta que al Barça le han anulado dos goles legales en la eliminatoria: Piqué, en la ida, y Neymar, en la vuelta. Curiosamente, en el campo, los aludidos por el gesto del brasileño, los que sí estaban en la grada y no en sus domicilios, se lo tomaron mejor y disfrutaron con la eliminación de un poderoso Manchester City en lo económico y en lo deportivo, con jugadores de una enorme calidad, aunque con un agujero en el centro de la zaga, donde un enorme Kompany no ha tenido un compañero de nivel en esta eliminatoria: ni Demichelis en la ida, ni Lescott en la vuelta.

Así es el Barça, una máquina de generar conflictos, pero también de generar ilusión como la que ha vuelto a instalarse en el Camp Nou. «Es imposible ganar todos los partidos sin sufrir», explicó Sergio Busquets tras el encuentro, como si se tratara de una terapia verbal para alguien que ha ganado muchísimo sin aparente sufrimiento en su todavía corta carrera profesional, tanto en el club azulgrana como en la selección. Admitir que hay que sufrir, lo que no se hizo en Anoeta ni en Zorrilla, es el primer paso. Ahora toca confirmar que ha vuelto el mejor Barça el domingo ante Osasuna antes de acudir al Santiago Bernabéu a jugarse la Liga.