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Un borracho contra Las Vegas

Un 'broker' californiano demanda a un casino por permitir que acumulara una deuda millonaria y continuara sirviéndole copas pese a estar visiblemente ebrio

MADRID Actualizado: Guardar
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La intensa jaqueca y las inquietantes lagunas mentales que le atormentaban en aquel despertar de domingo eran lo mínimo que Mark Johnston pudo esperar al planear un largo fin de semana de exceso y desenfreno en el paraíso del juego. Pero apenas empezaba a despejarse cuando, entre la confusión etílica, descubrió que la noche anterior había perdido algo más que la consciencia. Una jornada maratoniana en el Downtown Grand de Las Vegas terminó con una deuda que superaba el medio millón de dólares (360.000 euros). Un fiasco del que no se siente responsable.

La odisea de este ‘broker’ inmobiliario de 52 años arrancó tres días antes, el 30 de enero. Según su propio testimonio, aún era jueves cuando aterrizó en el aeropuerto de Nevada acompañado de su última conquista amorosa. A partir de entonces todo empieza a ser más difuso. Reconoce que, antes de llegar al casino, su cuerpo acumulaba ya una generosa cantidad de alcohol pero, como su abogado defiende ahora, el casino debería haberle impedido jugar, en lugar de seguir sirviéndole copas hasta caer desmayado.

“Nunca había visto algo parecido. Pese a estar tan intoxicado que no podía ni leer las cartas, el personal continuó ofreciéndole bebidas y dándole más fichas”, lamenta Sean Little, letrado de Johnston. Una sucesión interminable de partidas de 'pai gow' -una variante china de póker- y 'blackjack' desembocaron en la astronómica deuda acumulada. Y por extraña que parezca la denuncia, la ley está de su parte. El Estado de Nevada, el único que permite el juego en todo el país, insta a los casinos a impedir que clientes visiblemente ebrios utilicen sus instalaciones.

Jonhston cree que el Downtown Grand busca “mancillar su buen nombre” y para impedirlo está dispuesto a llegar lejos, incluso aunque el precio a pagar supere la deuda acumulada entre la veintena de combinados que asegura llegó a ingerir en las 17 horas que pasó en el local. Para sostener la demanda por daños y perjuicios que preparan, los juristas han reunido decenas de testimonios y grabaciones de seguridad del establecimiento para atestiguar que la melopea de su cliente era obvia. Una cuestión de prestigio para un empresario ‘modelo’ que sólo quería pasar un buen rato.