ATLETISMO

La rebelión de los niños

Ana Peleteiro es la abanderada del futuro del atletismo español, pero han despuntado varios talentos más, como Diame, Toimil, Takacs, Hortelano, Salas, Bugallo o Diego García

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Cuando peor pintaba para el atletismo español, sin medallas en los últimos dos Juegos Olímpicos, la crisis alcanzó su plenitud y, claro, el panorama era desolador. Los augurios eran sombríos y muchos se preparaban para años de sequía. El director técnico de la Federación, Ramón Cid, suplicaba paciencia porque su deporte, decía, volvía a los años del romanticismo, de competir por ambición y poco más. Pero, de repente, sin una explicación coherente, en medio del desierto brotaron unas cuantas flores, atletas surgidos por generación espontánea que iluminan el camino.

Ana Peleteiro (triple salto).

España cuenta ahora con un puñado de atletas que permite a los soñadores imaginarse medallas en los Juegos de Río, dentro de dos años, y hasta en los de Tokio, cuatro después. Al frente de esta nueva generación figura Ana Peleteiro (Ribeira, La Coruña; 1995), la niña que, siendo aún juvenil, se proclamó campeona del mundo júnior en Barcelona en el verano de 2012. La gallega regaló en Montjuïc una de las actuaciones más exuberantes que se recuerdan y se llevó el oro con una marca de mayor (14,17) después de elevar su tope varias veces. Esta atleta, chica de piernas largas y caderas altísimas, ha nacido para el triple salto. El domingo pasado, como ya le sucedió en Barcelona, acabó su concurso a lágrima viva. Esos sollozos tenían una explicación: Peleteiro llegó a dudar de sí misma, pero con ese triunfo y su doble récord de España júnior y promesa 'indoor' (13,85 y 13,91) certificó que seguía viva, que seguía siendo una de las grandes esperanzas del deporte patrio.

Esta galleguiña de 18 años ha superado su primera crisis, la que le llevó a romper con el entrenador que la forjó, Lardo Moure, y acabar, después de rechazar una oferta para estudiar en Estados Unidos, en el prestigioso grupo de entrenamiento de Juan Carlos Álvarez en Madrid. El paciente técnico ha sabido recuperar a este joven valor que poco a poco empieza a encajar las piezas. Al seleccionador le cuesta contenerse ante Peleteiro porque él fue saltador de triple y se da de bruces con este talento desbordante. «Tiene un instinto de triple bestial, con una enorme capacidad mental y técnica. El único problema es que hay demasiado ruido a su alrededor, está muy señalada y es muy joven. Pero sale al pasillo y se olvida de todo», explica Cid.

Fátima Diame (velocidad y longitud).

Cuando Ramón Cid regresaba de Sabadell el pasado fin de semana mató el tiempo en el tren ojeando los resultados. Y cayó en la cuenta de que había muchas mejores marcas personales. Hasta 114 atletas mejoraron sus registros en los últimos Campeonatos de España. Una de ellas correspondía a Fatime Diame (Valencia, 1996), una adolescente de padres senegaleses que salió de Sabadell con dos medallas de oro, algo que nunca había logrado una atleta júnior. A sus 17 años, después de igualar el récord nacional júnior de 60 metros lisos (7.39) y de saltar 6,29 en longitud, muchos esperan marcas mucho más escandalosas en el año y medio que aún le queda en su categoría. Diame, entrenada por Rafa Blanquer -el primer español en romper la barrera de los 8 metros en longitud-, le ha enseñado a batir indistintamente con las dos piernas y eso también permitiría augurar una gran marca en triple salto. Pero tiene que ir paso a paso y este próximo verano traducir sus buenas impresiones en resultados en el Mundial júnior que se celebrará en Oregón.

Belén Toimil (peso y disco).

Otra gallega, Belén Toimil (Mugardos, La Coruña; 1994), se está cociendo a fuego lento en ese templo de lanzadores que es León, donde 'Charly' Burón, el que fuera entrenador de Manolo Martínez, sigue haciendo milagros en un país sin cultura ni tradición en este sector. Toimil alterna el peso y el disco, algo relativamente común, y en el último Europeo júnior fue cuarta. Cid tiene muchas esperanzas en esta lanzadora porque es una atleta «con mucho recorrido por delante». «Tiene muy buen entrenador y me llegan muy buenas referencias», apunta.

Julia Takacs (20 km marcha).

Los negocios de los Takacs no iban bien en Hungría y la familia emigró a Madrid, donde el padre comenzó trabajando de taxista. Julia Takacs (Budapest, Hungría; 1989) ya practicaba la marcha y en las pistas del INEF pudo seguir con su afición al caer en uno de los grupos más fructíferos de España, el que ha montado José Antonio Quintana en la capital. Chuso García Bragado, campeón del mundo y atleta eterno, se deshace en elogios hacia esta promesa que ya tiene una edad pero que está en una prueba con muchos años por delante. «Quintana tiene ese don de coger a los chavales y sacarles todo su jugo. Con July ha tenido mucha paciencia y yo le digo a ella que ahora que vive como una auténtica profesional tiene calidad suficiente para conseguir medallas en los grandes campeonatos».

Bruno Hortelano (100, 200 y 400).

Este velocista es, en realidad, un ciudadano del mundo. Hijo de científicos españoles, nació en Australia (Wollongong, 1991), estudia en Estados Unidos y compite por España. El pasado verano, en el Mundial absoluto de Moscú, batió el récord nacional de 200 metros. Es un estudiante modélico que está mamando el espíritu del deporte universitario estadounidense. Ramón Cid espera el momento que se decida a dar el salto a los 400. «Es el velocista universal, pero el ranking permite pensar en que puede tener mayores probabilidades de éxito en el 400. No le tiene miedo a la prueba y estoy convencido de que bajando de 45 segundos podría ser finalista olímpico. No tiene menos talento que David Canal y es más disciplinado. Cuando termine su carrera universitaria creo que se concentrará en los Juegos de Río. Y luego ya veremos».

Dídac Salas (pértiga).

Es curioso que en España, un país de carreras, no se adivine un futuro en mediofondo y fondo, y, en cambio, los concursos estén como nunca. En los saltos la gran esperanza es Dídac Salas (Rubí, Barcelona; 1993), un talentazo que tardó en digerir sus éxitos tan madrugadores. Fue campeón olímpico de la juventud y son muchos los que esperan que este mismo año se eleve hasta los 5,70 o más. En Sabadell, después de un periodo de incertidumbre y un cambio de entrenador (ahora está con Gabriel Martínez Pons), saltó 5,50 y parece que rompió con el maleficio. Cid es exigente con él. «Ha demostrado de sobra su nivel competitivo y sólo le queda trabajar y trabajar. Tiene que irse ya a 5,70 porque sus compañeros de generación en el mundo ya lo han hecho. Él es muy ambicioso y acabará haciéndolo».

Pablo Bugallo (jabalina).

Si hay una prueba maldita en España, esa es la jabalina. No sale un lanzador bueno en décadas. Pero Pablo Bugallo (Móstoles, 1996), hijo de jabalinista, lleva camino de romper con todo. No es muy grande, pero ya ha lanzado más de 70 metros con la pértiga 'gorda', la de 800 gramos. Al director técnico le hace ilusión que irrumpa una promesa en esta prueba. «No es muy grande, pero tiene desparpajo y latigazo. Su medalla en el Mundial juvenil (fue tercero) obliga», resume Cid.

Diego García (20 km marcha).

Si Peleteiro es la referencia entre las chicas, Diego García (Madrid, 1996), a pesar de que la marcha no es la prueba más popular, es el ariete de los chicos. «Lo tiene todo», sentencia Cid. Este marchador, otro producto de la factoría Quintana, es la debilidad de García Bragado. «Lo conocí en una concentración y me sorprendió, siendo cadete, que podías tener una conversación de cualquier cosa con él. Alternaba la carrera con la marcha y no lo hacía mal en mediofondo y cross. Vive cerca de la casa de mis padres en Madrid y le enseñé los lugares donde yo entrenaba. Me recuerda a mí y tiene muy buenas cualidades». Hijo del presentador de 'Las tardes del ciudadano García' en RNE, también destaca con los instrumentos de viento.