Los detonadores presentados para su empleo en la mina, tal y como los encontró El Comercio. / Juan Carlos Román
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Hallados catorce detonadores en Mina Conchita, donde se robó la dinamita del 11-M

El Comercio descubre material explosivo abandonado en la explotación de Belmonte y desencadena una investigación policial

BELMONTE DE MIRANDA Actualizado: Guardar
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2004 fue año bisiesto. Y fue precisamente durante la noche del 28 al 29 de febrero de ese año, cuando José Emilio Suárez Trashorras realizó el principal robo de dinamita en Mina Conchita. Hasta allí guió el avilesino a Jamal Ahmidan, alias ‘El Chino’, para hacerse con hasta 150 kilos de explosivos. Una operación relativamente sencilla porque Trashorras, que había trabajado en esa mina, sabía del descontrol sobre su vigilancia y manejo. Diez años después, la víspera de que se cumpla el décimo aniversario de este siniestro capítulo, y a escasos trece días del de los atentados, la Guardia Civil volvió ayer a la mina para retirar un racimo de detonadores aparecidos en las inmediaciones del acceso a la tolva principal. La voz de alarma la dio El Comercio, tras visitar la zona y detectar a la entrada del almacén de caolín, ahora abandonado, la presencia de unos cables conectados a cápsulas de metal entre unas zarzas.

Nada más tener conocimiento de este hallazgo, mandos de la Guardia Civil de la Comandancia de Oviedo pusieron en marcha un amplio despliegue con el fin de realizar una inspección de la zona, comprobar que efectivamente se trata de detonadores y proceder a su retirada. Hasta este punto de la mina, situado en el concejo de Belmonte, junto a la presa de Soto de la Barca, se desplazaron en total 14 miembros de la Guardia Civil, entre efectivos del Grupo de Especialistas en Desactivación de Explosivos (Gedex), con base en Gijón; guardias de la Policía Judicial del equipo territorial de Tudela Veguín, guardias de los puestos de Belmonte y Somiedo, además de efectivos de la unidad de Intervención de Armas de Salas, todos ellos con el teniente Capdevila, de la segunda Compañía de Oviedo, al mando. El despliegue, a nadie se le escapa, se debió a que los detonadores eléctricos aparecieron en Mina Conchita, un lugar marcado para siempre como el escenario del principal robo de la dinamita empleada por los terroristas en los atentados del 11 de marzo. «En Asturias suelen aparecer restos de armamento, del tipo de una granada o un obús, de la Guerra Civil o algo así y no se realiza este dispositivo, pero, claro, estamos hablando de un enclave muy señalado», admitió uno de los agentes que participó en la operación.

De hecho, los Gedex han abierto una investigación para comprobar su procedencia, para saber de dónde salieron y por qué aparecieron en un yacimiento que está abandonado desde hace diez años. Y, más aún, por qué aparecen en una mina que fue ‘peinada’ e inspeccionada punto por punto tras la masacre de Madrid.

Protegidos con guantes para evitar dejar huellas y también con el fin de no sufrir daños, los expertos en el manejo de explosivos retiraron el manojo de cables y detonadores, no sin antes medirlos con un testigo métrico que permite referenciar el tamaño. Se trataba, concluyeron, de un total de catorce detonadores de los que además tendrán que comprobar su antigüedad y capacidad de ser iniciadores de una explosión. «Si los aplastas, si les acercas una fuente de calor», aseguró uno de los tedax, pueden detonarse.

Por eso a todos los presentes les extrañó la presencia de este material en esta zona abandonada y a la que tan solo se acercan ya un puñado de periodistas en cada aniversario de los atentados.

Material muy sensible

A la espera de lo que determine el informe de la Guardia Civil, se trata de catorce detonadores eléctricos, cuyos cables de color rojo y azul están conectados a un cilindro de aluminio. Este tipo de detonador es el que se emplea en minas donde no aparece gas grisú, como es el caso del caolín, mineral que precisamente es el que se extraía en este yacimiento antes de su clausura y que sirve como materia prima, por ejemplo, en la fabricación de gres y azulejos.

Según declaró un tedax en el marco de la vista oral del juicio del 11 de marzo, en el pabellón de máxima seguridad de la Casa de Campo de Madrid en 2007, este tipo de detonadores son muy sensibles. El cable rojo marca la sensibilidad y el azul, el retardo.

En su comparecencia, otro técnico experto, en este caso de Unión de Explosivos Río Tinto, explicó a los presentes que los detonadores empleados habitualmente en Mina Conchita eran eléctricos y «muy sensibles a cualquier tipo de fricción, porque se trata de cargas estáticas que pueden explosionar. Su cápsula de aluminio es para evitar que exploten, pero no deberían estar a determinados metros de una línea de alta tensión y tampoco conviene que alguien esté cerca si se caen al suelo».

Es el caso de los hallados ayer en Mina Conchita y sobre los que ahora se abrirán diligencias. También la Policía Judicial de la Guardia Civil ha puesto en marcha una investigación que se completará con el informe pericial de los tedax. Éstos realizaron numerosas fotografías del entorno y de los cables enzarzados en el monte y, después, los introdujeron en una bolsa de plástico para conducirlos a la Comandancia de Gijón, donde serán analizados. El resultado del informe se conocerá en unos días.