Ciclismo

El italiano Trentin, un lanzador de Mark Cavendish, ganó en Lyon una etapa con mucho desgaste

Si el líder Froome consigue aumentar su diferencia podría dejar la carrera sentenciada antes de la entrada en los Alpes

LYON Actualizado: Guardar
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Transición es una de esas palabras que no les gustan mucho a los ciclistas, entre otras razones porque cada día de transición suele pasar algo en el Tour. El jueves, en Saint Amand, explotó el pelotón a instancias de Saxo Bank, de Belkin, del Omega, y Valverde se dejó sus aspiraciones para el podio entre ráfagas de viento.

Se rodó a una media de 47 kilómetros por hora. Este sábado, en Lyon, en la primera hora de carrera se cubrieron 48 kilómetros. Hasta que se formó la escapada fue un sin vivir para los ciclistas. Chris Froome estuvo más tranquilo. Se volvió a ver a muchos hombres de negro en cabeza del grupo. Entró con cuatro de ellos en la meta.

Corrieron como se debe de correr. Una fuga por delante les daba mucha tranquilidad, y más como la de ayer, con veinte corredores en ella, en la que se metieron Joaquín Rojas, Imanol Erviti y Egoitz García, David Millar y también el italiano Matteo Trentin, que fue el ganador.

Trabaja para Mark Cavendish en el Omega, fue campeón de Italia de sub 23, y el más rápido cuando el grupo, lo que quedaba de él, cogió al francés Julien Simon, que había atacado desde muy lejos pero se quedó sin gas. Euskaltel no metió a ningún corredor en la escapada. Intentaron anularla, pero no pudieron.

Este domingo llega el Mont-Ventoux, la montaña de las leyendas, el ‘gigante de la Provenza’, ‘el monte pelado’. Una de esas llegadas que no se olvidan nunca.

La transmisión oral habla del nacimiento del mistral, un viento que azota toda la zona de Vaucluse, en las entrañas de esa montaña. El viento, el calor, los 21 kilómetros de subida. Todo influye en su ascensión. Un ganador de la Vuelta a España, Eric Caritoux, que cultiva viñedos en sus faldas dice que cuando «sopla el mistral, parece que cruzas la meta marcha atrás».

Hay muchas anécdotas que hablan de los ganadores en esa montaña, de quienes han hecho historia en ella, como Louison Bobet, que en 1995, cuando pasó por su cima con el maillot del campeón del mundo, le llamó el ‘año de Satán’, del calor que hacía.

¿Qué es lo que hace diferente al Mont-Ventoux? Es un puerto que no tiene vegetación. En sus laderas aparece roca blanca, totalmente erosionada por el calor del verano, el frío, la nieve y el hielo del invierno. Desde la lejanía se ve esa silueta que hoy puede decidir el Tour.

A favor de Froome está su estado de forma, lo fácil, con matices, que puede ser para su equipo conducir la etapa hasta los pies del Mont Ventoux o quizá la otra opción, la de dejar una escapada y limitarse a controlar a uno o dos corredores, dejando que otros equipos hagan el trabajo más complicado.

¿Responderá el Sky? La subida se va a convertir en un mano a mano. Quizá Porte vuelva a estar delante, junto a Contador, Mollema, Valverde y ¿cuántos más? Porque esa es la cuestión. ¿Cuantos corredores pueden aguantar a Froome, sacarle de punto en el Mont-Ventoux?

Purito Rodríguez es una incógnita y con Nairo Quintana puede pasar de todo. A Froome le puede servir buscarse uno o dos compañeros de viaje, aguantar con ellos, y dejarles hacer, limitándose a estar. ¿Quién le puede hacer daño atacando?

Sobre todo Quintana, Valverde y también Contador, si su forma es mejor que la que tenía en Pirineos. Y nadie más, al menos en un mano a mano. El Ventoux, con su paisaje lunar, que es donde comienza su parte más dura, siempre es una sorpresa. Hay corredores a los que les falta el aire en esos 1.912 metros de subida. El poeta René Char, en su obra, ‘El Mirador de las Águilas’ habla de una montaña que tiene 95 millones de años.