Un lince muerto a tiros en 1903 y conservado en el Museo de Bristol. / Archivo
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A la caza del gato gigante

Entre la leyenda y la realidad, el científico Jonathan McGowan busca en la campiña británica restos de grandes felinos

MADRID Actualizado: Guardar
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Leyenda o realidad, la presencia de ‘gatos gigantes’ en las campiñas del Reino Unido es casi un subgénero en los tratados de ciencia de las islas. En la prensa de la tierra de los zorros aparecen constantemente testimonios de británicos que aseguran haber visto pumas, tigres y cualquier tipo de felino paseando por los apacibles campos del centro del país. El último caso fue también uno de los más mediáticos. En 2012, los vecinos de Essex juraron y perjuraron que un león suelto rondaba por su condado. Y pese a que en muchas ocasiones se aportaban como pruebas incluso fotos (que usualmente solían estar demasiado borrosas), la mayoría de los casos eran considerados por las autoridades como inocentadas, bromas y hasta alucinaciones producto de borracheras.

Pero la labor concienzuda del científico Jonathan McGowan puede dar un vuelco a la situación. Este naturalista ha dedicado los últimos doce años de su vida a recoger por todo el Reino Unido huellas de que los grandes felinos continúan viviendo a sus anchas en el país. Según cuenta la BBC, su fascinación se desató cuando en 1984 avistó una especie que él sostiene que era un puma. Desde entonces, y especialmente a partir del año 2000, contra toda evidencia mantenida por la generalidad de los investigadores, McGowan toma muestras, observa huellas y recoge huesos que le permitan confirmar sus hipótesis.

Si llegan a buen puerto, los descubrimientos de McGowan entroncarían con los realizados por Ross Barnett, un biólogo molecular de la Universidad de Durham. Barnett asegura haber visto en libertad en el Reino Unido un ejemplar de lince canadiense, especie de la que no se tiene constancia en las islas desde 1903. “¿Era la mascota de alguien? ¿Pertenecía a algún coleccionista de animales salvajes que vive en nuestro país? Realmente, no hay en la zona de Devon ningún zoo del que se haya podido escapar”, cuenta el biólogo.

El descubrimiento de ese lince canadiense de 1903 fue el gran acontecimiento de la época que además sirvió como combustible a los futuros hallazgos. Cuentan las crónicas que aquel animal, que había vivido en cautividad, logró escapar de sus dueños y atacó a dos perros en Devon. Después murió tiroteado y sus restos fueron donados al Museo de Bristol, donde permanece como prueba viviente de que alguna vez, y quién sabe si todavía hoy, existió y existe vida salvaje de la campiña británica.