Javier Sierra posa junto a su libro. / José Manuel Miguel
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Los arcanos del Prado

Javier Sierra se pasa al lado oscuro del arte con 'El maestro del Prado', novela que explota las claves esotéricas de los genios de la pinacoteca

MADRID Actualizado: Guardar
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Un hilo esotérico conecta una veintena de obras maestras del Museo del Prado. De él ha tirado Javier Sierra, (Teruel, 1971) para armar su nueva novela. 'El maestro del Prado' (Planeta) es una enigmática intriga que arranca ante 'La Sagrada Familia' de Rafael, y que salta al otro lado de espejo para penetrar en la cara oculta de arte. Lo hace través de joyas como el 'El jardín de las Delicias', de El Bosco, y otras tablas y lienzos no menos magistrales e inquietantes, como 'El triunfo de la muerte' de Brueghel el Viejo, 'La última cena' de Juan de Juanes o el retrato ecuestre de Carlos V en la batalla de Mühlberg de Tiziano situado en el corazón del museo y enfrentado a 'Las Meninas'.

Sierra es el más eficiente facturador de best-sellers en español. El único que coloca títulos como 'La cena secreta' en el 'top ten' del New York Times y gana mercado con cada entrega en Estados Unidos. Publica en casi medio centenar de lenguas y sus mareantes cifras de ventas cuentan ejemplares por millones. Es el único autor capaz por estos lares de mantener la mirada ante magos del enigma y las súperventas como Dan Brown. Unas horas le bastaron ayer para escalara a la cima de la lista de iTunes con 'El maestro de Prado' novela que sale al encuentro del lector hispano con una tirada de 100.000 ejemplares.

Asiduo del Prado desde la adolescencia, Sierra ha indagado a fondo en los muchos misterios, claves y secretos que encierran algunas de sus magistrales pinturas. A principios de los noventa, mientras contemplaba 'La Sagrada familia' de Rafael, se le acercó un misterioso personaje, Luis Fovel, que se ofreció a iniciarle en los arcanos del museo. Tantos, tan sugerentes y tan intensos, que aquel misterioso varón le aseguró tener las claves de un canon misterioso de alto poder simbólico, del enigmático ADN que compartían esas pinturas. El 'arcanon' del Prado, que le fue desvelado en cinco sesiones y que ahora explota en la novela.

Unos cromosomas ocultos que en pleno Renacimiento hablaban subrepticiamente del fin de un era y el advenimiento de un nuevo milenio que los artistas habían de ocultar en sus pinturas, celosamente escrutadas por inquisidores y guardianes de la ortodoxia.

Saber prohibido

Así lo explicó Sierra, con su apasionado verbo y su torrente de datos e historias, en una visita nocturna al Prado, más imponente que nuca al filo de la medianoche, con sus salas ayunas de hordas de turista armados con cámaras. Aquellos genios trasmitieron en lienzos y tablas "saberes y conocimientos prohibidos" revelados por sus mecenas y por los conocedores de la condenada 'Apocalipsis Nova' que se guarda celosamente en El Escorial. Es un manuscrito jamás impreso que habría inspirado a Rafael y otros pintores de la época. El beato Amadeo se muestra en él obsesionado por la llegada del juicio final y conmina a sus lectores estar atentos a las señales.

"Quien no sepa ver esa claves no podrá penetrar en el sentido último de las pinturas", le dijo Fovel a Sierra hace dos décadas. Le aportó "instrucciones para la lectura inversa que desentraña el tríptico el Bosco, obra de un miembro de la secta de los adamitas como fue Hieronymus Bosch". Le desveló el alma oculta de los paneles de Boticceli 'Nastagio deglo Onesti, de 'La Perla' de Rafael, de la 'La Gloria' de Tiziano, que muestra al emperador Carlos V envuelto "en el mismo sudario que lucirá en su entierro", de 'La última Cena' de Juan de Juanes o el triunfal retrato de Carlos V a caballo "blandiendo la que sería la lanza de Longinos ante la laguna estigia".

Realidad, ficción e intriga vuelve a fundirse así en la novela del heterodoxo Sierra que jugará con el lector para mostrarle que nada es lo que parece. Los cuadros cobran vida y sus autores protagonizan inquietantes hechos en los que presente y pasado se conectan en un mar de dudas. Cuestiona presuntas certezas sobre el arte, la historia y los Evangelios mediante la inmersión en unas "obras proféticas" que suman a su belleza un significado profundo y oculto.

Unos secretos en los que sí estaban Rafael, Leonardo, El Bosco, Brueghel o el Greco, genios de la pintura "iniciados en un credo revolucionario que profetizó la llegada de un tiempo nuevo" y "capaces de establecer vías directas de comunicación con lo invisible".

"Estos grande pintores hacían exactamente lo mismo que los anónimos artistas que hace 40.000 años pintaron el pozo más profundo de la cueva de Altamira, dotando al arte un función trascendente que se mantuvo miles de años" asegura Sierra en la galería central del Prado. El escritor espera de quien pude dárselas noticias del misterioso maestro Fovel, que tuvo el cuajo de citarlo una vez en la sala XIII del museo. "Aprendí que no hay sala XIII en el Prado, que sus pinturas muestran mucho más de lo que vemos y que hay que venir a sentirlo antes que a verlo".