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Lang Lang, una estrella sin guardaespaldas

"Ser el mejor pianista del mundo nunca fue mi objetivo" dice el virtuoso intérprete chino, que ofreció una clase magistral a estudiantes españoles

MADRID Actualizado: Guardar
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"No veréis pianistas con guardaespaldas. En el siglo XXI los pianistas no estamos tan de moda como Alicia Keys, Rihanna, Lady Gaga, Adele o Madonna. Pero tenemos la responsabilidad de sacar la música clásica a la calle, de compartirla y difundirla, y no solo con conciertos; también con charlas, conferencias y actos como este". Palabra de Lan Lang, un torbellino de treinta años, un explosivo virtuoso con anatomía asiática y apasionado espíritu latino que comunica y derrocha pasión en todo lo que hace. Lo demostró de nuevo este lunes ofreciendo una clase magistral a un centenar de jovencísimos y embelesados estudiantes españoles de piano que no olvidarán jamás los consejos de este simpatiquísimo maestro para quien "ser músico es una gran suerte".

Para muchos es el mejor pianista del momento, pero él cree que lo suyo no es para tanto. "Soy pianista. Nunca me planteé ser el mejor. Pude que lo sea para algunos. Mi objetivo y el que debéis tener vosotros es ofrecer lo mejor que tengáis, aportar lo mejor de cada uno a la música" "No hay otro secreto" explicó Lang Lang a los ilusionados y futuros pianistas con quienes compartió las casi dos horas que duró la lección magistral que ofreció en el Auditorio de la Fundación Telefónica.

Vestido de negro de pies a cabeza, traje y camiseta, renunció a las famosas deportivas que llevan su nombre y prefirió calzar zapatos de cordones menos 'casual'. Risueño, hiperactivo y dicharachero, con una gestualidad mucho más napolitana que cantonesa, lamentó Lang Lang que "la música clásica se asocie con aburrimiento y falta de emoción entre los más jóvenes". "Tenemos que demostrar que no es cierto, que la oferta clásica es tan amplia, tan variado su colorido, que se despliega en tantas direcciones que es mucho más rica que cualquier otro formato musical". "Mi trabajo y el vuestro debe ser demostrar que, sin ayudas electrónicas, la riqueza y la variedad de esos sonidos conmueve el alma de cualquier personas". "Debemos compartir y promover esa sensación" reclamó el joven y apasionado pianista.

Consejos

Lang Lang dejó anonadados a los chavales con sus consejos, bromas y la desternillante vis cómica que desplegó para enseñar cómo se debe atacar el 'pianisíssimo' o el 'fortíssimo' a los cuatro privilegiado a los que invitó a tocar. Explicó como el primero es cosa de suma delicadeza con los dedos, y como para el segundo se deben emplear los brazos, los hombros y todo el cuerpo "hasta que sientas que la vibración del piano te atraviesa". "Este pasaje tócalos como el latido de un corazón", "aquí, sube y baja como una montaña rusa", "ahora como si sonaran las campanas de una iglesia" o "como si llegara de muy lejos, de Francia" fueron algunas de las insólitas y gráficas indicaciones que ofreció a cuatro estudiantes de entre 13 y 16 años. Las 'piezas de fuego' fueron una sonata de Beethoven, el estudio número 8 de Chopin, y pasaje de las tres danzas argentinas de Ginastera y el preludio de Rachmaninov en do nenor.

Ofreció Lang Lang a los chicos otro consejo vital para él una vez que alcanzó el éxito. "Tienes que ser tú mismo, mantener los pies en el suelo, sobre todo cuando triunfas, que es cuando llega el peligro real de perder tu identidad y convertirte en una persona artificial". Para él resulta fundamental la ayuda de su madre "que viaja conmigo y me ayuda a poner las coas en su sitio" según explicó ante la atenta y cómplice mirad de su progenitora.

'Time' incluyó en su lista de las cien personalidades más influyentes del mundo a este genio que ha actuado con las principales orquestas del mundo. Dio su primer concierto con cinco años y con diecisiete debutaba con la Sinfónica de Chicago. Desde entonces ha paseado su talento por los mejores auditorios del globo, dejando boquiabierto al público y la crítica de Nueva York a Berlín Londres y París, pasando por Hong Kong, Sídney o San Petersburgo. Se han rendido a su inusual talento batutas como las de Daniel Barenboim, Lorin Maazel, Zubin Mehta, o su admirado Plácido Domingo.

Lang Lang, que recibirá el año nuevo en Pekín en un concierto junto a José Carreras, expresó su admiración por Albéniz, Granados, Mompou y Turina. Tanta como por el muy español "jamón serrano que he desayunado para coger fuerza esta mañana". Habló de su última grabación 'The Chopin album', un paseo por las obras maestras del compositor polaco y explicó su truco para sorprender con una música tan conocida y tantas veces interpretada. No es "diferenciarse y pensar en lo que se ha hecho antes" y sí buscar "el ama de la pieza armado de naturalidad". "Como cualquiera tengo mi experiencia vital y se nota. El objetivo no debe ser hacer algo completamente distinto, sino lo que salga del corazón" dijo.

A la cría de ocho años que quiso saber quiénes eran su pianistas favoritos le habló de Arthur Rubinstein y Herbert von Karajan, pero también de "Pavarotti, Tom & Jerry y Michael Jordan, que fueron fuente de inspiración en mi infancia".

"El piano es mi mejor amigo, y me encanta hacer música. A las teclas me siento mucho más cómodo y confiado que hablando. La música ordena mi vida y le da más sentido" admitió el talentoso pianista a quien se le ha pasado por la cabeza dirigir. Sigue teniendo mariposas en el estómago antes de cada concierto. La manera de que no le amarguen la velada es el ensayo."Me pondría muy nervioso si no lo tuviera todo bajo control, así que la única fórmula para vencer los nervios y que no te mate un infarto es ensayar y ensayar". Algo que Lang Lang hace un mínimo de seis horas al día, cuando no doce. A las teclas "los nervios se desvanecen y todo son satisfacciones". "El del escenario ha de ser el mejor momento. De no ser así, no tendría sentido ser músico, que, insisto, es una gran suerte".