José Mourinho y Sergio Ramos, durante un entrenamiento. / EFE
FÚTBOL | REAL MADRID

Lucha de egos

Mourinho ha castigado ya tres veces al «respondón» Sergio Ramos, a quien el técnico pasa factura por sus críticas y reabre otro frente en el vestuario

MADRID/ SEVILLA Actualizado: Guardar
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Dos fuertes personalidades han reabierto otro frente en el vestuario del Real Madrid. Cuando José Mourinho arremete contra sus jugadores, Sergio Ramos contraataca y el técnico castiga. Mourinho ha tensado la cuerda con Ramos al sancionarle de nuevo con la suplencia, porque ya es la tercera vez que le ocurre al central sevillano por no aliarse con el entrenador y criticarle públicamente. Mourinho asegura que Ramos no jugó el primer partido de la ‘Champions’ ante el Manchester City «por motivos deportivos, no disciplinarios». Es decir, porque «no está centrado» en el fútbol y cometió errores «de concentración» ante el Getafe y el Sevilla. Sin embargo, Ramos está convencido de que fueron sus declaraciones en zona mixta tras la derrota en el Sánchez Pizjuán («Aquí todos somos culpables, del primero al último»), las que le han costado otra represalia de Mourinho.

Sergio Ramos está muy dolido con su entrenador por haberle señalado como culpable y recibir un toque de atención. El defensa andaluz es de los que no se callan ni se pliegan. Cuando considera que se está cometiendo una injusticia, explota, aunque lo pague. La anterior temporada Mourinho también le castigó en un par de ocasiones por salirse del carril. Tras la derrota ante el Levante en septiembre de 2011, Mourinho se quejó del árbitro, pero Ramos no compartió su teoría y se fue al banquillo contra el Racing. En enero de 2012, tras una bronca a gritos entre Mourinho, Ramos y Casillas durante la que los dos capitanes se encararon a gritos con el técnico, el sevillano también fue apartado y no jugó ante el Zaragoza.

Mourinho le comunicó el domingo a Ramos que iba a ser suplente frente al City, pero el enfrentamiento en el vestuario del Pizjuán desvelado el lunes por Colpisa y ‘grada360.com’ ha generado aún más tensión. El entorno de Ramos también sospecha que al jugador le están pasando factura las críticas en privado a la pretemporada del Real Madrid. «En Los Ángeles se hizo de todo, menos lo que lo había que hacer», le dijo Ramos a un íntimo. El mismo Sergio Ramos indomable al que hace solo tres meses se le ocurrió, en las semifinales de la Eurocopa, lanzar un penalti ‘a lo Panenka’, para sorprender al mundo. Igual que hizo Mourinho al relegar el martes al banquillo a un futbolista al que si hubiera que asignarle un título de novela sería con la palabra «genio», en su acepción sobre el carácter.

El genio de un luchador

La personalidad que tiene Ramos se retrotrae a la niñez, cuando su madre, ‘Paqui’, en una ocasión le definió como «cabezota». Matizó la madre que su hijo siempre fue «respondón», pero que eso le llevó a ser un luchador. Quiso ser un nuevo ‘Curro’ Romero y quizá esa adrenalina que se siente en el toreo la lleva todavía como futbolista. Quien mejor le conoce es su descubridor, Pablo Blanco. Vio a un chico fibroso enfrentándose de tú a tú contra otros con un físico más portentoso. «Nos dijo que aspiraba a lo grande, sin medianías. Buscaba el éxito», asevera el nervionense.

El espíritu ganador del madridista llevado a su máximo exponente quedó demostrado ya en las categorías inferiores. Como recuerda Blanco, un día la Ciudad Deportiva se inundó y nadie quería saltar al césped de los más pequeños. Llegó Ramos, cogió la pelota y empezó a ‘luchar’ contra los charcos. Al terminar se dirigió a los compañeros: «Podemos entrenar, el balón rueda». Y estuvieron dos horas bajo una torrencial lluvia.

Pero sería ya de juvenil cuando su personalidad llegaría al punto más álgido. Juande Ramos le convirtió en titular, con 19 años, por encima de todo un mito para el sevillismo como era Pablo Alfaro. El aragonés lo tuvo claro: «Este chico es un líder natural». Lo dijo en parangón a él mismo, porque se vio reflejado en cuanto a la forma de ser, tanto para lo bueno como para lo malo.

Así quedó demostrado poco después, cuando el Real Madrid llamó a su puerta. Forzó y José María del Nido se unió a la fiesta. Aquello hizo estallar al zaguero, siendo definitivamente transparente a finales de agosto de 2005: «El presidente del Sevilla es un mentiroso, me ha engañado, pero estoy donde quiero estar». Fue el punto final a su etapa como sevillista, pero el comienzo de un nuevo capítulo en una novela viviente marcada por la sangre caliente, la brusquedad, la pasión... Es decir, el genio de un luchador.