Huelga general | análisis

Continuará

Los sindicatos ya lo han dicho o amenazado según quien lo lea: o el Gobierno se aviene a retirar la reforma, o esto va a continuar

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La izquierda en España tiene una trayectoria demostrada de capacidad de desgaste en la calle cuando es otro quien gobierna, y en esta ocasión se han puesto a ello muy desde el inicio. Si el Gobierno no es capaz de gestionar un fenómeno que emerge con tal prontitud, y que se da en un caldo de cultivo tan inestable, vamos a tener serios problemas.

Los sindicatos ya lo han dicho o amenazado según quien lo lea: o el Gobierno se aviene a retirar la reforma, o esto va a continuar. Y los antecedentes no dejan lugar a dudas, continuará. Es una decisión de altísimo riesgo y si se concreta, vamos a tener muchos más problemas de los que ya tenemos. Los sindicatos han sesteado durante años a la sombra de un mercado de trabajo ineficiente, injusto y plagado de desequilibrios. Ahora pretenden descarrilar el primer intento serio que se aborda para su reforma. La reforma sitúa a los trabajadores españoles en estándares de seguridad y protección en el empleo perfectamente equiparables al de nuestros conciudadanos europeos. Es falso afirmar otra cosa. Continúa estando entre las legislaciones que más protege al trabajador, tal y como tradicionalmente se ha entendido la protección en España.

Algunos hubiésemos preferido otro modelo de reforma que simplificase el mercado, atajase la dualidad de los contratos y modificase la forma en que se protege al trabajador. Hubiésemos preferido una reforma con vocación más definitiva y, quizá por ello, más equilibrada, más sencilla y más justa. Sin duda de resultados más estables, pero también a más largo plazo. Pero el Gobierno es quien decide, y para ello está mandatado. Ha apostado por un tipo de reforma mediante la que cree que llegará antes a la devaluación interna que se precisa para ajustar precios y salarios.

El modelo de negociación colectiva tuvo muchísimo que ver en ese desequilibrio. Sería impensable hacer una reforma que no abordase ese motor de destrucción de empleo. Al mismo tiempo, ha querido hacer algo que permita acelerar al máximo la creación de empleo, abaratando la contratación sin tener que comprometer más las cuentas públicas, que no aguantan un soplido. Es una elección arriesgada, porque sus carencias permiten que sus objetivos sean manipulados. Solo el Gobierno sabe exactamente cuánto de cerca está la economía española del precipicio. Por el modelo de reforma elegido, debe de ser bastante cerca. La huelga nos ha acercado un poco más.