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La picardía de Messi derrota a Míster Hyde

El Barcelona se sobrepuso a la transformación atlética de la segunda parte con otra ocurrencia del argentino.

MADRID Actualizado: Guardar
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El Atlético y el Barcelona volvieron a sembrar en el Calderón la semilla de la tensión y la locura en su clásico duelo. Pero esta vez el equipo de Guardiola logró la victoria amparado en las individualidades ante la defensa colectiva de los del Manzanares. Porque sostenido en la actitud agresora dictada por Simeone, el equipo rojiblanco aguantó a los de Guardiola mientras mantuvo enjaulados a Messi e Iniesta.

Si Godín pudo despedirse del duelo en el minuto 23 por una entrada inexplicable sobre Alexis, sus compañeros se afanaron en obstaculizar el juego de combinaciones azulgrana con continuas interrupciones. A su espera en el campo propio los colchoneros añadieron una pizca de las malas artes del entrenador argentino para incomodar y desconcentrar a sus rivales: patadas que rascaban los tobillos, agarrones, manotazos y acciones arriesgadas sin remordimientos cuando parecía que cederían algún espacio.

La estrategia local funcionó hasta que Messi se deshizo de su avispero de marcadores al borde del área para lograr ese hueco necesario que Cesc empleó para ofrecer a Alves el primer tanto. El Barcelona consiguió con esa buena triangulación a la media hora de juego la recompensa a su paciencia frente a un Atlético que hasta entonces había cerrado con efectividad sus líneas o había recurrido a la agresividad cuando los visitantes escapaban de su radar.

Hasta entonces a Messi e Iniesta se les adivinaba inspirados pero frenados por sus vigilantes. Incluso el argentino vio como le anulaban un gol por ayudarse con la mano en los primeros minutos. Sin embargo, al Barça no le asustaron los contragolpes lanzados a toda velocidad por los rojiblancos porque se desvanecían sus opciones con la misma rapidez que sus carreras. Solo un error de Valdés había propiciado alguna esperanza para los locales. Resguardados en su campo se agarraron a sus ‘contras’ pero solo un error en la salida del balón azulgrana permitió una buena oportunidad para marcar. Claro que la visión de Arda Turan no se trasladó a su pase y Valdés se anticipó al posible gol de Falcao.

Un nuevo espíritu atlético

Pero en el vestuario el Atlético cambió su traje de Míster Hyde por el del doctor Jekyll. Ni siquiera tuvo tiempo el Barça de reaccionar ante la transmutación rojiblanca porque en la primera oportunidad Falcao cazó un balón suelto en un saque de esquina para empatar. El colombiano participó de ese cambio para romper su racha de cuatro partidos de Liga sin marcar.

Resultado y actitud novedosas condujeron a un desarrollo insospechado en la segunda parte. Los colchoneros se abalanzaron sobre sus adversarios y les arrebataron la tiránica posesión de la primera mitad. Los del Barça trataron de adaptarse al nuevo marco, aunque los inspirados Iniesta y Messi parecían los más perplejos del estadio. Aceptaron el reto el descarado Alves y el buscavidas Alexis en unos ataques en los que cada balón se peleaba algo más que manera metafórica y Guardiola ordenó una defensa de tres hombres para recuperar su dominio. En contra de lo esperado, el cambio en la retaguardia provocó mayor nerviosismo y tensión por las de dudas de Víctor Valdés y su descoordinación con Abidal. El Atlético abrió las fauces cuando adivinó la debilidad y adelantó posiciones con su nuevo espíritu. A la inestabilidad contribuyó Alves en una jugada enmarañada con Filipe Luis que decidió a Guardiola a prescindir del brasileño para evitar males mayores mientras la dureza de los rojiblancos se mantenía a la hora de defender.

Sin el carrilero sudamericano el Barça perdió a su mejor baza por la derecha y facilitó la tarea defensiva de los madrileños. La entrada de Cuenca y Pedrito persiguió abrir el campo, pero cualquier apreciación táctica se quedó en el limbo por una picardía de Messi. El delantero ejecutó una falta mientras Courtois ordenaba su barrera y el balón se coló por la escuadra. Las protestas de los locales no sirvieron porque no habían pedido barrera.

El despiste de los rojiblancos perseguirá a los futbolistas rojiblancos durante mucho tiempo. Ni Simeone les permitirá olvidar un error impropio de pillos, ni los colchoneros entenderán porqué dejaron escapar un posible empate ante un equipo de gran entidad. En cambio, el conjunto de Guardiola contará con satisfacción su triunfo porque se dejó marear por la locura y el dolor proporcionado por el atlético. El segundo clasificado en la Liga encontró la solución en el de siempre, el argentino que porta el diez y la genialidad en torno a la que se articula uno de los mejores equipos del mundo.