Un grupo de simpatizantes del juez Baltasar Garzón, encabezado por la actriz Pilar Bardem y el diputado de IU Gaspar Llamazares, a las puertas del Supremo. / Foto: Reuters | Vídeo: Atlas
'caso Gürtel'

Garzón: «Los abogados eran parte nuclear de la trama»

El juez declara ante el Supremo juzgado por vulnerar el derecho a la defensa durante la investigación de la trama

MADRID Actualizado: Guardar
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El juez Baltasar Garzón defendió este martes con ahínco su actuación durante la instrucción del 'caso Gürtel' por la que le juzga el Tribunal Supremo. El magistrado de la Audiencia Nacional, que se enfrenta a 17 años de inhabilitación por prevaricación, dejó claro el mensaje de que ordenó las escuchas en prisión porque tenía indicios de que la trama corrupta quería blanquear capitales con la ayuda de sus letrados. Una decisión que adoptó a criterio de la Fiscalía y de la policía y que, "en ningún caso", reiteró, persiguió conocer la estrategia de defensa de los imputados.

Fueron casi tres horas de declaración. Un afónico Garzón se despojó de la toga con la que comenzó la vista oral y se enfrentó a pecho descubierto al interrogatorio de las acusaciones, ejercidas por el abogado querellante, Ignacio Peláez, y los letrados de los cabecillas de la trama 'Gürtel', Francisco Correa y Pablo Crespo.

Todo el interrogatorio estuvo marcado por la creencia de las acusaciones de que Garzón iba a repetir la estrategia de no responder a sus preguntas. Ya lo hizo durante la instrucción del proceso y pensaban que se iba a repetir en el juicio. Nada más lejos de la realidad. El juez empezó un tanto altivo, pero bajó poco a poco el tono para mostrarse firme y claro en sus respuestas a las acusaciones.

En suma, el mensaje que lanzó al tribunal caló. Y no era fácil. El juez tenía que argumentar que no había vulnerado el "sagrado" derecho a la defensa, que no había intervenido las escuchas a los letrados en prisión de forma intencionada. Dicho con claridad, tenía que darle la vuelta a la tortilla ante la gravedad de las acusaciones que le imputan la Sala de lo Penal del Supremo.

Garzón arrancó con Peláez, el abogado querellante. "No tenía interés en escuchar a ningún letrado. Sólo a los internos. La intención era constatar y evitar que prosiguieran la acción delictiva, el blanqueo de capitales fuera de España con la ayuda de los abogados", le dijo.

Se refería el juez a dos letrados imputados por él al principio de la causa, en febrero de 2009, José Antonio López Rubal y Manuel Delgado. Sobre ambos la Fiscalía y la policía tenían indicios de que iban a ayudar a los cabecillas de la trama a mover capitales desde prisión. "Se calculó que 20 millones de euros a cuentas de Suiza y otros paraísos fiscales", recordó Garzón a José Antonio Choclán, el abogado de Correa.

"Los abogados eran parte nuclear de una organización delictiva, siempre supuestamente, y mi intención cuando ordené las escuchas no era conocer las estrategias de defensa, que para nada me interesaban. Quería evitar a toda costa la continuación delictiva", exclamó Garzón entre aspavientos.

Tensión

Con el interrogatorio de Choclán llegaron los momentos más tensos. Quizá por que los dos se conocen bien de la Audiencia Nacional, ya que el abogado fue magistrado en el tribunal central. "Señor Garzón, alguien entendió mal sus órdenes de escuchar a los abogados", le dijo Choclán. "Mire, los abogados eran parte nuclear de la trama delictiva y mi auto del 19 de febrero de 2009 iba dirigido a evitar la actividad delictiva", insistió un acalorado Garzón.

Recuperando la voz, más expresivo, el magistrado aseguró al tribunal que "no hay ninguna diligencia que se haya visto perjudicada o influenciada por la intervención de las comunicaciones" en los dos meses que estuvieron activas y que, posteriormente, prorrogó el juez del Tribunal Superior de Madrid, Antonio Pedreira, que fue quien recibió la causa tras la inhibición de Garzón.

El juez de la Audiencia Nacional, suspendido de sus funciones en la actualidad, lanzó tras ello dos órdagos a Choclán. Recordó que en las escuchas intervenidas, un imputado, el abogado José Antonio López Rubal, dijo que si la causa iba al Tribunal Superior de Madrid "hay un magistrado que les ayudaría". También mencionó Garzón que los cabecillas de la trama admitieron que iban a buscar abogados "con buenas relaciones en la Audiencia Nacional".

Con el último acusador en liza, Pablo Rodríguez Mourullo, el interrogatorio fue mas suave y corto. Pero hubo un momento curioso. Garzón, un tanto soberbio, le espetó que en una de esas conversaciones "aparecía usted", ante la perplejidad del implicado: "Concretamente mencionaba una 'cuenta espejo' que creo que se relacionaba con usted, señor letrado". "Pero ahora no vamos a hablar de eso", intentó escabullirse como pudo el abogado.

Los turnos del fiscal, que no acusa en el proceso, y de la defensa del juez fueron más escuetos. Respondieron básicamente a cuestiones referidas a los procedimientos empleados por el juez para ordenar las escuchas. A los dos Garzón reiteró que su intención era evitar que la trama siguiera delinquiendo y que para ello incluyó una cláusula en sus autos para expurgar las conversaciones referidas a los abogados.

Un funcionario de su juzgado comparecerá precisamente este miércoles para explicar este punto. Fue una prueba admitida a última hora por el tribunal, que también aprobó que se oigan las polémicas escuchas en la fase documental del juicio, aunque a puerta cerrada, tal y como pidió la Fiscalía.

Este miércoles declararán como testigos el propio querellante, Ignacio Peláez, y cuatro policías que llevaron a cabo los pinchazos telefónicos que podrían acabar con la carrera del 'juez estrella' por excelencia.