Iñaki Antigüedad, durante su intervención. / Efe
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Rajoy recibe con un portazo a Amaiur

El presidente rechaza el diálogo que le ofrece la coalición y asegura que lo único que espera de la izquierda abertzale es que reclame a ETA su disolución

MADRID Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy despachó con un portazo la oferta de diálogo directo y mano tendida que Amaiur lanzó ayer en el Congreso. Quien minutos después fue investido como sexto presidente de la democracia se empleó a fondo para que las nuevas siglas de la izquierda abertzale, que retornaban al hemiciclo tras 15 años de ausencia, no se llamasen a engaños. Pese al cese de las actividades terroristas anunciado por ETA y la apuesta de Amaiur por las vías políticas las relaciones de Rajoy con la coalición siguen en el congelador y no hay fecha de salida del mismo.

«A usted no le debo nada. Ni yo ni la sociedad española, que es su acreedor», espetó, entre fuertes y prolongados aplausos de los populares, al portavoz Iñaki Antigüedad. Fue su única respuesta a la demanda de «una segunda transición» en España que reconozca a Euskadi y Navarra el derecho de autodeterminación y supere para siempre «el conflicto político vasco».

El ya jefe del Ejecutivo, que hasta el segundo día del debate ignoró el tema terrorista, rechazó de plano el argumento de que Amaiur ha dado pasos para consolidar un proceso de paz duradero y que ahora toca que el estado responda. «¿Y qué pasos tengo que dar?», preguntó desafiante. «El único paso que esperamos todos es que ETA, que todavía existe, comunique su disolución irreversible. Ese es el único paso que hay que dar, que se garantice a todos los españoles que eso se acabó», aclaró Rajoy antes de recomendar a Antigüedad que él y sus compañeros centren toda su «perseverancia» en lograr la demanda.

El exalcalde de Vitoria y portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, utilizó su turno para completar el mensaje del líder de filas. Aclaró a los siete diputados independentistas que su exclusión de la ronda de contactos y la aplicación a rajatabla del reglamento del Congreso que les dejó sin grupo propio no es una casualidad sino reflejo de la «especial exigencia» con que les van a tratar hasta que consideren que han roto todos los lazos con ETA. Dijo que los debates que proponen «no van a distraer al Ejecutivo de lo que importa a los ciudadanos», la crisis económica, y advirtió a Amaiur de que «la España constitucional es un proyecto sólido, que en ningún caso puede hacer concesiones a quienes pretenden destruirla». Con un tono cáustico, afeó a Antigüedad que «su única credencial» democrática sea que se niega a condenar a ETA y que las muchas veces que la banda mató «no dijo nada o lo justificó».

Frio recibimiento

Lo cierto es que Amaiur ya debía de esperarse el frío recibimiento y la continuidad del cordón sanitario. El portavoz independentista dijo al final del debate que, pese a los desplantes, había cumplido el objetivo de explicar al Gobierno a qué vienen al Parlamento y que, aunque fue evidente que sus posiciones de partida son «extremas», «el primer día no esperábamos salir a tomar café». Antigüedad, con continuas referencias al proceso irlandés, dijo tener claro que el camino hacia un acuerdo que ponga fin «al conflicto» será largo, pero reiteró al Gobierno que van a ser muy perseverantes –«si hace falta atornillándonos a la mesa»– porque están convencidos de que «estamos condenados a vernos y a entendernos». «La paz se hace con el enemigo no con el amigo», aseguró, no sin antes lamentar que había reclamado a Rajoy que se comportase como «un estadista» y que «nos ha contestado como ministro del Interior».

El único guiño que Rajoy se permitió sobre el proceso para la erradicación del terrorismo lo tuvo con el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, con quien se comprometió a conversar. Adelantó que abordará el proceso sin prisas, con «sensatez» y «sin estridencias», y que cualquier medida que adopte tendrá siempre como guía «le legalidad y la memoria de las víctimas».

Explicó que las conversaciones se harán con «prudencia y discreción», pero condicionó cualquier avance a que ETA se disuelva, ya que hasta entonces no llegará «la tranquilidad completa». El PNV animó al presidente del Gobierno a «tomar riesgos», a llegar a «compromisos» y a tener «generosidad y sentido de Estado» para convertir en «definitiva e irreversible» la actual paz, que todavía no lo es.