análisis

Egipto... Y habló el mariscal

El jefe de las Fuerzas Armadas, Hussein Tantaui, ha anunciado la formación de un Gobierno de salvación y elecciones presidenciales antes de julio de 2012

MADRID Actualizado: Guardar
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La nueva esfinge egipcia, el mariscal Mohamed Hussein Tantaui, decidió juiciosamente que la situación en el país era lo bastante grave como para sacarle de su proverbial reserva: y se fue a la TV a decir lo que ya se sabía desde media tarde (que se mantienen las legislativas y que habrá un nuevo gobierno) y lo que no se sabía (que habrá presidenciales a más tardar el 30 de junio próximo. Por fin, un calendario preciso.

La calidad de partido-marcha atrás que un humorista cairota daba hace unos días al “Consejo Nacional de las Fuerzas Armadas” egipcias, que rige de hecho el país de modo interino, se confirmó hoy: en pleno desconcierto sobre el porvenir del difícil periodo de transición, con una hostilidad popular creciente hacia su papel, los militares egipcios aceptaron de hecho todas las peticiones de la calle:

- Nuevo gobierno de “unidad y salvación nacional”

- Elección presidencial lo más tardar el 30 de junio

- Inmediata liberación de todos los detenidos estos día e investigación independiente sobre la conducta policial

- Completa libertad para manifestaciones y sentadas.

Previamente, los militares habían renunciado, vista la oposición suscitada por el plan, a su extravagante propuesta de dotarse, por la vía de unos sedicentes “principios supra-constitucionales” de una especie de status especial justificado por imperativos de seguridad nacional, que quedaron reducidos primero a disponer de opinión sobre el presupuesto militar y, después… a casi nada más allá de atenciones protocolarias. Con lo de hoy llegaba a su plenitud la rentable táctica de que “cuando no se puede convencer… se asume”.

La educada forma utilizada para el repliegue fue que se trataba de consideraciones preliminares y solo indicativas, no vinculantes ni obligadas”. La retirada apenas fue registrada en los medios occidentales, que todavía esta mañana, ya sin justificación alguna, denunciaban el intento militar de condicionar al gobierno y de ser en su día el verdadero “poder tras el trono”.

El borde del abismo

El mariscal Tantaui, muy poco hablador y que se hace oir por intermediarios, reiteró lo que había indicado su jefe de Estado Mayor, general Salmi Anan, que los militares aceptarían someterse a un referéndum para seguir a cargo o irse. Y confirmó lo que un par de horas antes había trascendido porque lo comentó sin inhibición alguna Abu al-Ila, un antiguo islamista moderado y hoy al frente del partido centrista “Al Wassat”, presente en la reunión. Fue lo que, básicamente, querían oir los egipcios mientras la Plaza Tahrir se iba llenando.

Los militares salvaron lo esencial: el calendario electoral que se abre el lunes próximo, con el inicio de las elecciones legislativas, primer compromiso claro, con fecha incluida, asumido por los uniformados, muy tibios e imprecisos en todo lo demás, incluyendo hasta hoy la crucial elección presidencial y la creación de la famosa comisión de un centenar de personalidades que serán llamadas a redactar la nueva Constitución.

Muy en su táctica de retroceder y aceptar, el Consejo Militar había decidido ya ayer noche, en cuanto se conoció la renuncia ofrecida por el gobierno de Essam Sharaf, aceptar el conjunto de la reivindicación que, en realidad, era asumida por el conjunto de los partidos… aunque, y esto es un dato clave, ninguno de los grandes fue con los jóvenes del “Seis de abril” o la “Coalición de Jóvenes de la Revolución”, blogueros, gente del facebook, a exigirlas. Tal vez por eso, y retengo la declaración como el hecho político clave de lo sucedido, un portavoz de los manifestantes dijo abiertamente en Tahrir que los partidos no nos representan… y hubo silbidos de protesta y gritos de “fuera, fuera” dedicados a las palabras del mariscal…

Lecciones varias

Los manifestantes, singularmente los que empezaron la protesta el sábado, ¿quiénes son? ¿tienen alguna ideología, algún líder dispuesto a hacer carrera? ¿cuántos estudiantes de la Universidad americana de El Cairo, tan cercana físicamente, estaban en la marcha? ¿Van a votar o, como se puede suponer por lo dicho antes, no tienen partido en la liza? Según sean las respuestas así es la valoración política y social que se puede hacer del conglomerado, pero está claro, y no es una sorpresa, que son demócratas radicales (en el sentido europeo, el del gran cascarrabias italiano Marco Pannella), hostiles al gobierno militar, un punto libertarios e indisciplinados e innovadores en busca de alguien que pueda meterles en el parlamento… si es que lo desean.

Esa gran lección de lo sucedido, con sus veintitrés muertos (tal parece ser una cifra veraz) es equivalente a la rapidez con que la protesta se evaporará con la normalización de la vieja democracia representativa a cargo de los viejos partidos, en el viejo parlamento del viejo país que es Egipto. Cuando haya un gobierno civil y elegido – seglar o islamista, nacionalista o mundialista, de izquierda o de derecha – el gran sacrificio, lidiado por el mariscal con su magistral y penúltimo retroceso, será historia.

La jornada, culminada con la declaración inhabitual del mariscal, fue de historia pura y, salvo sorpresa, una modélica operación que mezcló los requerimientos morales (el fin de la represión contra civiles desarmados) con el interés nacional (el encarrilamiento de un proceso democrático) y las necesidades sentidas por las fuerzas armadas de recuperar su viejo prestigio social. Debe ser recordado a este propósito que el ejército hizo saber en febrero a Mubarak, comandante en jefe, que no dispararía contra sus conciudadanos y eso hizo posible el cambio de régimen. El egipcio medio siempre ha respetado al ejército y detestado a la policía… y los uniformados desean seguir siendo apreciados…