El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. / Ap
Análisis

Irán: Israel, la bomba y el calendario

La condición súbita de la revelación de los planes israelíes para bombardear las instalaciones nucleares iraníes sugiere que no es por completo casual, sino una operación preparada y ejecutada por el gobierno israelí

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La condición súbita de la revelación de los planes israelíes para bombardear las instalaciones nucleares iraníes sugiere que no es por completo casual ni, desde luego, la obra de un reportero diligente que difunde una gran exclusiva, sino una operación preparada y ejecutada por el gobierno israelí (o la parte central del mismo, el llamado “gobierno de los ocho”).

No existiría probablemente en otros parámetros temporales y el calendario internacional arroja alguna luz: todo ha sucedido cuando quedan solo unos días para que el lunes próximo, en su reunión de Viena, la Agencia Internacional de Energía Atómica difunda su informe sobre Irán, que se espera más riguroso que de costumbre y que, con seguridad, norteamericanos e israelíes conocen ya.

El operativo se puede rastrear muy bien. Empezó el viernes pasado, cuando el periodista más influyente de Israel, Nahum Barnea, anunció en su periódico, el Yedioth Aharonot, que el gobierno había pasado de la fase de reflexión a la de preparación del ataque y se supo que un ministro fuerte y muy reticente, el de Exteriores, Avigdor Lieberman, se había unido al bando atacante, encabezado por el primer ministro, Benjamín Netanyahu y el de Defensa, Ehud Barak.

Con un ojo en Washington

La agitación causada, se diría que deliberadamente pero para obtener algunas ventajas a corto plazo en el proceso de toma de decisión, es en realidad un entretenimiento, porque ningún gobierno israelí bombardearía Irán a día de hoy sin alguna clase de luz verde de los Estados Unidos. Es verdad que el gobierno sionista está poniendo a prueba sin tregua al presidente Obama (que es impopular en Israel) obligándole, por razones electorales, a asumir todas las tesis del gobierno israelí.

Obama asumió formalmente la posición de su antecesor, George Bush, expresada con una fórmula acuñada con éxito al referirse al asunto: “todas las opciones están sobre la mesa”. Pero en sus dos primeros años, los de su apertura al mundo musulmán, el fin de la guerra de Iraq y el calendario en Afganistán, su política fue algo más polivalente y matizada (el “discurso de El Cairo” de junio de 2009 en cabeza) y eso incluyó a Irán, aunque sin cambios básicos.

El Pentágono, muy poco entusiasta

A la hora examinar este asunto, que ya es viejo, la opinión de los militares norteamericanos es insoslayable y, por lo que se sabe, hostil al ataque aéreo. Bombardear Irán era una decisión aleatoria, no resolvería el problema, causaría un daño irreparable a los Estados Unidos en el mundo islámico y entre las potencias emergentes y podría provocar un conflicto regional de grandes proporciones y fuera de control. Se escribió profusamente que el entonces jefe del Estado Mayor conjunto, almirante McMullen, que cesó en septiembre pasado, había dejado claro a los halcones israelíes que la Casa Blanca no aprobaría el ataque.

Eso significaba indirectamente algo más importante: que Washington no respaldaría la operación y optaba por seguir con el programa de presiones políticas, aislamiento comercial y guerra psicológica contra el régimen iraní. Los israelíes levantaron un poco el pie del acelerador y el debate perdió fuelle hasta que un hombre relevante, Meir Dagan, dijo en mayo pasado que un ataque aéreo a Irán era la cosa más estúpida que había oído nunca… una opinión que impresionó porque su autor acababa de dejar la dirección del Mossad (servicio de inteligencia) después de ocho años y su información es indiscutible.

El asunto parecía congelado y su reaparición ahora es un pequeño misterio que también puede relacionarse, además de con la sesión de la AIEA del lunes, con la batalla política interna en Israel. Ha habido deliberadas fugas de información y varios medios están involucrados. Así, el liberal “Haaretz”, moderado, puso a cuatro de sus periodistas en el tema para explicarlo a su manera y escribir algo que da que pensar: “a Irán le tomará dos o tres años tener la bomba una vez que decida hacerlo, una decisión que no ha tomado todavía”.

¿Sería razonable bombardear preventivamente a un país que no tiene la bomba ni ha tomado la decisión de fabricarla?