ANÁLISIS

Una despedida empañada por la crisis

Trichet deja la presidencia del BCE con su mandato bajo cuestión por el alud de la crisis de las finanzas públicas y privadas de la eurozona

FRÁNCFORT (ALEMANIA) Actualizado: Guardar
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Pese a su elegancia, forjada en las escuelas de la élite francesa, y a sus dotes comunicativas tras ocho años al frente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet perdió recientemente la compostura en público. "¡Impecable, impecable!", le respondió casi a gritos a un periodista que le preguntó por la actuación de la institución que preside y sobre el riesgo que corría el BCE de convertirse en un "banco malo" por adquirir deuda de países periféricos.

Así se despide Trichet -Premio Carlomagno al Europeísmo (2011), Persona del Año del Financial Times (2007) y Banquero Central del Año de Euromoney (2008)- con su mandato bajo cuestión por el alud de la crisis de las finanzas públicas y privadas de la eurozona, que él ha tildado de "sistémica". Diplomado en Ingeniería y doctorado en Económicas, el banquero francés ha hecho gala desde 2003 de independencia frente a las presiones nacionales y de ortodoxia "germana" en política económica, pero su lucha contra la crisis le ha llevado a recurrir en último término al pragmatismo.

"Creo que el BCE ha hecho todo lo que ha podido para cumplir con sus responsabilidades en circunstancias excepcionales", afirmó Trichet esta misma semana en una entrevista a un medio económico británico. Con estas palabras, el presidente saliente del BCE se refería a la criticada compra de bonos soberanos, principalmente de España e Italia, pero también a otras medidas temporales adoptadas para mejorar la situación financiera del atribulado sector bancario europeo.

Posturas encontradas

La reactivación a mediados de agosto del programa que permitía al BCE adquirir deuda estatal, y que desde entonces ha encadenado diez compras semanales consecutivas por 165.000 millones de euros, fue una apuesta de Trichet . Esta medida ha provocado una gran controversia y contentado a pocos: muchos de los economistas que alabaron la determinación con la que Trichet ha mantenido a raya la inflación critican ahora su heterodoxia, mientras que otros expertos creen que ha actuado demasiado tarde y con excesiva tibieza.

Algunos analistas calificaron de inevitable la actuación y subrayaron las consecuencias negativas de una no intervención, mientras que otros enfatizaron la pérdida de independencia y credibilidad del BCE, así como la reducción de la presión sobre los países más endeudados para consolidar sus finanzas.

Jürgen Stark, exprimer economista del BCE y adalid de la ortodoxia "germana" y la estabilidad de precios, optó por abandonar la institución en septiembre para expresar su profundo descontento, aunque públicamente alegó "motivos personales". Meses antes, el máximo aspirante a suceder a Trichet , el entonces presidente del Banco Central de Alemania (Bundesbank), Axel Weber, otro halcón de la ortodoxia, se descartó como candidato por estar en contra de la compra de bonos soberanos.

Independencia

En el otro extremo están aquellos que acusan al banquero francés de haber prestado demasiada atención a la estabilidad de precios, cuando en el contexto actual la compra de deuda apenas podría afectar a la inflación, y ha fomentado el estancamiento económico europeo y desbocado el desempleo. Sin embargo, los defensores de Trichet argumentan que el aún presidente del BCE siempre ha tenido en mente su mandato de contener la inflación y que lo ha tratado de combinar con los necesarios estímulos para promover el crecimiento en la eurozona dentro de la estabilidad fiscal.

Además, agregan, el presidente saliente del BCE ha vuelto a demostrar en los últimos meses su independencia frente a las presiones nacionales, como ya sucedió en 2004, cuando Alemania y Francia pidieron a la autoridad monetaria que redujese los tipos de interés, y no lo hizo. O cuando en 2005, diez de los entonces doce miembros de la eurozona solicitaron a Trichet que no redujese los tipos de interés y él desoyó sus peticiones basándose en su criterio profesional.

"No fue por casualidad (que el BCE logró mantener la estabilidad de precios en el pasado). Fue porque decidimos con frecuencia hacer cosas que no nos recomendaban los distintos gobiernos. Nuestra independencia es inflexible", argumentó Trichet , aún airado, al contestar al periodista que le hizo perder su compostura.