El presidente francés, Nikola Sarkozy. / Reuters
POLÍTICA INTERNACIONAL

Desencanto y trapos sucios en las presidenciales francesas

Los aspirantes socialistas se enzarzan en ataques personales mientras la sombra de los escándalos acecha a Sarkozy

MADRID Actualizado: Guardar
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Las piezas en el tablero de las presidenciales francesas han comenzado a moverse con rapidez. Aunque están previstas para abril y mayo del próximo año, los datos de las encuestas ya provocan empujones y zancadillas. Los primeros en correr han sido los socialistas, que este domingo se enfrentan en la primera vuelta de las primarias. En el campo contrario, un presidente Nicolas Sarkozy en horas bajas empieza a ver cómo viejos escándalos amenazan con deteriorar un poco más su imagen de derrotado. Todo ello en un ambiente de pesimismo y unas perspectivas económicas que pueden poner a Francia en serios aprietos.

François Hollande se perfila como el ganador de la batalla por la candidatura entre los seis aspirantes del Partido Socialista (PS) que se presentan en esta primera vuelta. Se da la paradoja de que entre los rivales figura su expareja y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, que ya fue candidata presidencial en 2007, derrotada por Sarkozy. En 2006, las desavenencias íntimas y las ambiciones personales provocaron la ruptura de la pareja. Pese a ser el secretario general socialista y autor del programa del partido, Hollande tuvo que transigir y ceder el paso a su pareja en medio de un enojoso forcejeo. El ajuste de cuentas comenzó ya en 2008 en el Congreso nacional del PS. Hollande decidió no presentarse a la reelección y en la lucha final entre Ségolène Royal y Martine Aubry apoyó a esta última. Ahora la 'vendetta' puede ser mayor, el exlíder socialista cuenta con una amplia ventaja ante esta primera vuelta, con un 41% de preferencias, frente a una Royal relegada a la tercera posición con un magro 13%. Retirado a causa del escándalo de Nueva York, el que se consideraba claro favorito para convertirse en el próximo presidente francés, Dominique Strauss-Kahn, Hollande es también el preferido de las encuestas para la batalla definitiva contra Sarkozy.

Esta vitola de favorito ha hecho que Hollande sea el blanco de los ataques personales y las pullas del resto de los candidatos en un clima tan enrarecido que ha suscitado voces a favor de evitar la segunda vuelta en caso de que la victoria del exsecretario general sea aplastante.

El Elíseo bajo, sospecha

En el campo de la derecha, predomina el desánimo con un Sarkozy bajo el fuego cruzado de una crisis económica que todavía no ha mostrado su peor cara y la proliferación de escándalos. Francia comienza a estar en el punto de mira de los especuladores. El déficit público es de los más altos de la UE (5,7% previsto para finales de año) y una enorme deuda de 1,7 billones de euros (86,2 del PIB). Desde agosto los tres grandes bancos del país –BNP Paribas, Societé General y Crédit Agricole– han perdido en torno a la mitad de su valor en Bolsa.

En el frente de los escándalos, vuelve a resurgir el caso que en 2010 ya le costó la cabeza a su entonces ministro de Trabajo, Eric Woerth, acusado de hacer la vista gorda a las operaciones fiscales de la heredera de L'Oreal, Liliane Bettencourt. La excontable del grupo de productos de belleza Claire Thibout ha confirmado las acusaciones que implican al presidente como destinatario de sobres de dinero destinados a financiar su campaña.

Y por si fuera poco, en otra intriga judicial, Hélène de Yugoslavia, esposa de Thierry Gaubert, un viejo amigo de Sarkozy, ha declarado que su marido viajaba con frecuencia a Suiza en busca de dinero negro para financiar en 1995 la campaña presidencial de Edouard Balladur, en la que el actual presidente participó como portavoz oficial. Un dinero negro que provendría de un oscuro negocio de venta de armas a Pakistán en el que se sospecha que costó la vida a doce franceses asesinados en Karachi. De momento no hay evidencias de peso contra Sarkozy, pero el número de amigos y personas próximas al Elíseo implicadas crece día a día.

En cualquier caso no hay que menospreciar a Sakorzy ni infravalorar su tremenda capacidad de lucha en los peores momentos. Y tampoco habrá que subestimar a Marine Le Pen, del ultraderechista Frente Nacional, lista para pescar en río revuelto con el disfraz de la moderación y el orgullo nacional.

No es extraño que los franceses estén poco entusiasmados con estas elecciones. Saben que les va a tocar apretarse el cinturón gane quien gane. Solo queda por saber en qué agujero habrá que ajustar la hebilla y en qué parte cortará el cuchillo de los recortes, pero es evidente que la marea de los mercados, que ha sacudido y sacude a la periferia europea, va a llegar también a París.